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"Martin Scorsese: el cinéfilo incomprendido", por Ignacio Sánchez Cavada

Martin Scorsese siempre ha sido un hombre de costumbres. Cuando ve que algo funciona, continúa haciéndolo, variando pocas veces sus movimientos. Esto es demostrable de varias formas: la primera, su relación con los actores. Hasta en ocho ocasiones ha contado con Robert De Niro para sus películas: la primera en "Malas calles" (Mean Streets, 1973), la última en "Casino" (Casino, 1995). Hasta en cuatro ocasiones ha contado, de momento, con Leonardo DiCaprio: la primera en "Gangs of New York" (Gangs of New York, 2002), la última en "Shutter Island" (Shutter Island, 2010). La segunda forma de demostrar el gusto de Scorsese por la rutina es la temática de sus películas. No lo puede evitar. Le gusta retratar los bajos fondos, lo que no vemos a primera vista. Así lo lleva haciendo desde sus comienzos, con "Malas calles" en los setenta y durante varias décadas con películas como "Taxi driver" (Taxi driver, 1976), "Uno de los nuestros" (Goodfellas, 1990) o "Casino". La tercera prueba es la más triste: Scorsese ha estado nominado al Oscar como Mejor Director hasta en siete ocasiones, sin embargo solamente ha sido galardonado con su ansiado trofeo una vez. Fue en 2006 por "Infiltrados" (The departed, 2006), que, curiosamente, no es una de sus mejores películas.
Pero para conocer verdaderamente la obra de este neoyorquino hay que remontarse a sus inicios porque, al fin y al cabo, el objetivo de este artículo es conmemorar su 70 aniversario. Sí, 70 años atrás Martin Scorsese nació en el barrio de Queens, en Nueva York, y ya desde pequeño tuvo claro que el cine iba a ser su vocación. Quizá tenga que ver el hecho de que con 4 años ya disfrutó de la obra de uno de los grandes: fue con "Duelo al sol" (Duel in the sun, 1946), de King Vidor. Y la película le impactó tanto que nunca más pudo mirar de la misma manera al cine. Si además tenemos en cuenta que Martin era un niño enfermizo y que pasaba mucho tiempo viendo películas y leyendo sobre ellas (cuenta que leyó una y otra vez la única copia de un libro sobre historia del cine que tenían en la biblioteca municipal), podemos hacernos una idea sobre de dónde procede su cinefilia. Scorsese continuó su formación en la Universidad de Nueva York, obteniendo licenciatura y máster en cine.
A partir de ahí comenzó su andadura cinematográfica junto con Harvey Keitel, que había sido su compañero de carrera. Keitel protagonizó su primer largometraje, "¿Quién llama a mi puerta?" (Who’s that knocking at my door?, 1967), además de participar como protagonista en "Malas calles" y continuar apareciendo en "Taxi driver".
La carrera de Scorsese se disparó desde "Malas calles", pues la crítica comenzó a tenerle en cuenta, y en 1976 ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes con "Taxi driver", quizás una de sus mejores películas. A partir de entonces todo fue cuesta arriba. La fama del director neoyorquino había crecido por entonces y, tras hacer "New York, New York", llegó la obra que Robert De Niro le agradecerá toda la vida haber hecho: "Toro salvaje" (Raging bull, 1980). Con el personaje de Jake LaMotta, De Niro consiguió su primer Oscar como Mejor Actor. Además, Scorsese fue nominado como Mejor Director. Sin embargo, no ganó el premio. ¡Pero por algo se empieza!, debió pensar Marty. Para un cinéfilo como él ganar un premio Oscar sería el culmen de su carrera cinematográfica. Pero para eso habría que esperar 26 años.
Tras rodar "El rey de la comedia" (The king of comedy, 1983), "After hours" (After hours, 1985) -película que le otorgó el premio de Mejor Director en el Festival de Cannes- y "El color del dinero" (The color of money, 1986), llegó su segunda nominación al premio de la Academia. Esta vez vino de la mano de una película minoritaria en su filmografía, pero que en su momento levantó mucho revuelo: "La última tentación de Cristo" (The last temptation of Christ, 1988). Esta vez tampoco ganó el premio. Después de filmar "Historias de Nueva York", junto a Ford Coppola y Woody Allen, llegaría una de sus grandes obras maestras: "Uno de los nuestros" es, a día de hoy, una de las mejores películas de gangsters que se hayan filmado nunca. Con esta película, en la que volvía a contar con Robert De Niro y Joe Pesci, sería nominado al Oscar de nuevo, pero... bueno, lo de siempre, que no hay suerte. A partir de aquí tendrían que pasar 12 años para que las buenas gentes de la Academia volvieran a interesarse por su trabajo. En este período de tiempo llevó a cabo grandes producciones que pasaron desapercibidas en su carrera hacia el Oscar. En primer lugar, "El cabo del miedo" (Cape fear, 1991), un remake; después la aclamada "La edad de la inocencia" (The age of the innocence, 1993), con Daniel Day-Lewis y Winona Ryder; también realizó una de sus cintas más importantes en lo que a propio estilo se refiere: "Casino". Después sufrió un pequeño bajón en nivel cinematográfico, realizando películas como "Kundun" (Kundun, 1997) o "Vidas al límite" (Bringing out the dead, 1999).
A pesar de que la carrera de Scorsese ha sido abundante en el siglo XX, hay que apuntar que la del siglo XXI ha sido breve pero más prolífica. ¿Qué quiero decir?. Pues que Martin Scorsese tan solo ha dirigido 5 películas en lo que llevamos de siglo, y por 4 de ellas ha sido nominado como Mejor Director. Si lo llega a saber antes... En 2002 llevó por fin a cabo la gran superproducción que llevaba 20 años esperando hacer: "Gangs of New York". En esta película contó por primera vez con Leonardo DiCaprio en el reparto. Una vez más fue nominado al Oscar y... ya sabéis. En 2004 prueba suerte de nuevo con "El aviador" (The aviator, 2004), y la Academia tiene a bien nominarle, pero vuelve a gastarle la broma de mal gusto. Todo hay que decirlo, Clint Eastwood ganó ese Oscar merecidamente. ¿Podía ser que Scorsese estuviese gafado?. ¡NO!. En 2006 llegó su momento. Tras tantos años de espera, "Infiltrados" le hizo conseguir ese premio que tanto ansiaba. Nada mejor que recibir el premio de manos de tres amigos de toda la vida: George Lucas, Steven Spielberg y Francis Ford Coppola. Un lujo. Tras la consecución de su anhelado premio, Marty ha filmado dos películas que, según mi opinión personal, han sido recibidas por la Academia a la inversa. Todas las nominaciones que "La invención de Hugo" (Hugo, 2012) ha reportado a Scorsese, tendría que haberlas tenido "Shutter Island", pero sobre gustos no hay nada escrito y lo que importa es que, al fin, el talento de este director neoyorquino fue reconocido. El nombre de Martin Scorsese podría estar ahora en la lista de grandes incomprendidos del cine americano junto con Orson Welles, Stanley Kubrick y Alfred Hitchcock, pero se ha librado... y merecidamente.