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Crítica: "The amazing SpiderMan", de Marc Webb, por Pelayo López

La nueva versión re-actualizada del 'hombre araña', otro 'reboot' injustificado más -en este caso al rebufo de la todavía fresca trilogía de Sam Raimi-, adolece del factor de máximo riesgo para un proyecto cinematográfico, la inexistencia de un guión sólido, así como de una doble personalidad totalmente inocua desde el principio, con lo que el anonimato del superhéroe es una baza perdida. La falta de personalidad propia, resumida en un metraje excesivamente largo que no acaba de despegar -solamente lo hace algo en el último tercio gracias a la espectacularidad intrínseca de un film planificado desde el principio para su gozo visual en 3D-, se hace patente y constante durante toda la película con sucesivos recuerdos más que evidentes a otros superhéroes de cine o títulos de diferente género. Así pues, el nuevo realizador, Marc Webb ("500 días juntos"), no parece haber acertado en el supuesto nuevo 'bautismo' de Peter Parker como superhéroe de turno: bien porque la dependencia del soporte tridimensional ha sido total, bien porque el género queda lejos de sus coordenadas fílmicas como director y no ha sido capaz de reorientarse profesionalmente. Como prueba, el primer uso, todavía sin un manejo habilidoso, de los nuevos poderes en el metro, escena tan simpática como mal rodada.
La comparación lógica y evidente con el resurgimiento del 'hombre murciélago' es del todo innecesaria y resulta bastante pretenciosa, aunque la presencia del "Batman" de celuloide más reciente es constante: desde la 'burtoniana' puesta en escena de la muerte de los padres del joven superhéroe, o las relaciones animales entre reptiles y pingüinos, hasta la fugaz aparición de un mayordomo-chófer-chicoparatodo llamado Alfred, pasando por las varias menciones, en modo ironía, a Gotham. De la oscura madurez del nuevo 'hombre murciélago' de Christopher Nolan a este nuevo 'hombre araña' introspectivamente adolescente distan varios universos paralelos, entre otros aspectos porque la profundidad emocional del nuevo "Batman" queda limitada en este nuevo "SpiderMan" a varios momentos de reclusión voluntaria en su habitación, con "La ventanta indiscreta" en segundo plano, y al desarrollo nocturno de casi toda la trama narrativa. Lo cierto es que, a pesar de las posibilidades abiertas, ni la relación entre adolescentes con su novia ni la relación de ida y vuelta con su mentor/enemigo acaban de cuajar. En este sentido, únicamente propicia cierta empatía la vinculación familiar con sus tíos.
Curiosamente, ninguna de estos condicionantes viene marcada por el reparto. Sin aspirar a estatuillas ni menciones especialmente significativas, todos y cada uno de los intérpretes están en su lugar. Andrew Garfield no alcanza por ahora a Christian Bale, pero supera con creces a Brandon Rough. El joven actor, al que el público mayoritario conoció con "La red social", protagonizó en su día un proyecto totalmente recomendable como "Red Riding" y sigue demostrando que tiene madera de estrella. Además, la química inherente a un primer amor con Emma Stone, actriz camaleónica con proyección oscarizable y uso erótico de las botas altas y los leggins a medio muslo, es soportada por ambos con miradas esquivas y gestos reticentes, alimentadores duales de una atmósfera romántica sencilla pero creíble. Por su parte, Rhys Ifans saca vena, cual 'dragón de Komodo' al estilo "Godzilla", para aportar ciertas dosis sobreactuables en un tipo de perfil que así lo requiere y, finalmente, la pareja formada por Charlie Sheen y Sally Field demuestran que la veteranía es un grado.
El proceso evolutivo sigue los pasos predefinidos: niño que pierde a sus padres en extrañas circunstancias, parientes cercanos que se hacen cargo, estudios con nota en un instituto hostil, chica popular primero inalcanzable y luego accesible, mentor con sentimiento de culpabilidad e ideas obsesivas... Precisamente, la evolución de la especie y las terapias científicas con base genética vuelven a ser el marco argumental clave en las mutaciones corporales... aunque, a la hora de la verdad, será la voluntad humana la que acabe por echar, con una esencia 'replicante', el último cable.
El avance narrativo transita, en un primer momento, entre la experimentación en clave "Chronicle" ante el 'capo' de las aulas y, posteriormente, la adquisición del sentido de la responsabilidad a la hora de hacer uso de las nuevas capacidades tras un período reflexivo postural cual Johnny Depp en "Sombras tenebrosas". Precisamente, llegado el momento, la confección de la armadura que todo paladín necesita se convierte en un momento puramente 'chic', con un guiñó a la lucha mexicana.
No en vano, hasta la irrupción del 'hombre araña' como tal, con su vestimenta de diseño licrada y ceñida, el metraje transcurre sin el menor interés ni la más mínima tensión, más en función de una corriente continua que de una alterna por muy Tony Stark que se sienta con su talento creativo para diseñar armamento básico. En este sentido, la verborrea humorística constante de Peter Parker/SpiderMan se manifiesta como uno de los principales nexos de unión con su cordón umbilical con raíz en el cómic. No en vano, su creador, Stan Lee, protagoniza uno de los momentos más divertidos abstraído con sus auriculares en el entorno silencioso de una biblioteca casi solitaria. Mientras, la partitura musical de Howard Shore pasa totalmente desapercibida en casi todo momento, salvo cuando termina siendo demasiado repetitiva, mientras que un ramillete de canciones insípidas componen un tracklist sin demasiado acompasamiento con los momentos que se supone deben recalcar. Más allá de la interpretación subjetiva sobre el (in)necesario regreso a los cines de un personaje cuyo olvido cinematográfico aún no era definitivo, queda claro que un final "King Kong" no deja el mejor sabor de boca posible en el paladar. ¡"The amazing Spider-Man" no 'pica' a este lado de la pantalla!.