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Crítica: "Bienvenidos a Zombieland", de Ruben Fleischer

Voz en off: "Bienvenidos al recorrido por una nueva fórmula para acercarse al género zombie, nada que ver, por un lado, con la parodia del mismo y, por el otro, tampoco nada nuevo sobre el horizonte, fundamentalmente reconociendo que lo que aparecía como una bocanada de aire fresco a priori se convierte en un pequeño iceberg desprendido del continente de las expectativas defraudadas a posteriori". Este recurso narrativo, utilizado desde el pistoletazo de salida, es uno de los principales atractivos de la película, ya que encaja a la perfección en todo momento con aquello que se nos está presentando en pantalla. Además, pese a acompañarnos de principio a fin, no cansa como suele ocurrir en otros muchos títulos, algo que sin duda redunda en esa misma percepción gracias también, inestimable ayuda la suya, al acierto de ir destripando, nunca mejor dicho, las sucesivas reglas a cumplir para permanecer vivo en un planeta asolado por un nuevo virus que ha acabado con la población convertida en muertos vivientes... salvo nuestros protagonistas claro está.

En ese mundo expuesto, nuestro joven protagonista, un solitario postadolescente, se encuentra en su camino de vuelta a casa con un cowboy duro y rudo de armas tomar. El primero, un Jesse Eisenberg insuperable para roles generacionales de personajes desubicados; el segundo, un Woody Harrelson que nos deja sus mejores interpretaciones en humorísticos papeles de gamberro como el que nos ofrece aquí. Por el camino, ambos se cruzarán con otra pareja, en este caso de hermanas: la emergente y sobre todo televisiva Emma Stone, quien se convierte en el oscuro objeto del deseo del protagonista, y Abigail Breslin, la por siempre "Pequeña Miss Sunshine". Sus papeles no son tan agradecidos como los de sus compañeros de reparto masculinos, y se nota.

Hablando de inicio y de final, son precisamente estos dos extremos narrativos los que se llevan el gato al agua en interés por parte del espectador. Todo el trayecto intermedio resulta bastante farragoso, sin acabar de convencer, sin arrancar como parece prometer el principio del metraje. Salvo un par de momentos interesantes, donde destaca principalmente el cameo de Bill Murray interpretándose a si mismo, lo demás resulta más bien anodino y repetitivo, casi como el pastelillo que busca incansablemente uno de los protagonistas, la carnaza visceral que se sirve como festín de vez en cuando o algún que otro comentario jocoso vinculante, por ejemplo, al uso de las armas en USA.

En consecuencia, lo que parecía iba a ser una de las cintas de la temporada se ha quedado en un título sin más, demasiado arrítmica para lo que se presuponía y, eso sí, con un montaje impresionante. Pese a los aciertos mencionados, y pese a que consigue entretener, la bienvenida al cine para verla será ilusionante, pero la salida un tanto decepcionante. Lo siento, es lo que hay. Regla número 1: decidas la película que decidas ir a ver... de momento nadie te garantiza que si te defrauda te vayan a devolver el dinero.