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Crítica: "Soy una buena persona", por Paco España

Norberto Ramos del Val es una buena persona. Así lo puedo atestiguar por los días que compartí con él en Sotocine en 2005, donde ganó el Premio a la Mejor Película por Muertos comunes, una sólida ópera prima con forma de thriller militar que dirigió bajo las estrictas normas de la industria cinematográfica, lo que le habría impedido tener la libertad que deseaba en la creación de su producto audiovisual. Este director madrileño, aunque nacido circunstancialmente en la Residencia Cantabria de Santander bajo unas condiciones que a punto estuvieron de ser fatales para él, se está labrando una trayectoria de mucha solidez cimentada, en cierto modo, en su gran obstinación y en la insatisfacción que le produjo la imposibilidad de tener libertad creativa en su ópera prima, como nos comentaba a Gonzalo Fernández y a mí mismo en la terraza del Bar Canela de Cañadío. Tras la negativa experiencia de Muertos comunes decidió embarcarse en proyectos en los que pudiera tener absoluta libertad para contar las historias que quisiera, aunque eso supondría levantarlas a base de tesón, de contar con sus amistades incondicionales, con presupuestos exiguos y con su propia productora NorberFilms.


De esta manera dio inicio una trayectoria cinematográfica que comenzó con Hienas, en 2009, y llega hasta hoy con su última producción, en 2023, Soy una buena persona, con un total de 12 títulos en los que ha cultivado el misterio, el suspense... pero, sobre todo, los múltiples tipos de relaciones entre gentes urbanitas, casi siempre con unas gotas de erotismo, muy ancladas a las realidades sociales, como demostró en ¡Ni te me acerques! el año del confinamiento por la pandemia, y siempre con una enorme carga de incorrección política, como podemos comprobar en Soy una buena persona, en la secuencia que se muestra la reunión con los responsables de la realización de una serie en la que hay representados todos los grupos sociales y a los que no deja títere con cabeza, feministas, raciales, disminuidos físicos y sexualidades alternativas, una secuencia bastante divertida si somos capaces de reírnos de nosotros mismos porque, de no ser así, no nos hará ninguna gracia.


La película está protagonizada por Alba Fontecha, capaz de llevar adelante un personaje en el filo de todo lo imaginable y lo hace con solvencia. La historia sigue unas pautas muy surrealistas al mismo tiempo que se ancla en la realidad de las personas que quieren salir adelante en una sociedad como la actual, quizás por eso se desdibuja un tanto en la resolución, en la que se hace complicado reconducir de una manera más o menos coherente todo el desfase mostrado con anterioridad. Las películas de este director se caracterizan por sus bajas calificaciones en determinadas webs de opinión cinematográfica, pero ésta es una condición imprescindible para convertirse en un director de culto, algo similar a lo que ocurrió con las películas de Jess Franco, Jacinto Molina (Paul Naschy) e incluso Ed Wood, que, antes de ser admiradas por todos, fueron denostadas por casi todos. Para el aficionado al cine alternativo que quiera hacer un repaso por su personal filmografía, tiene a su disposición en la plataforma Filmin las 12+1 películas dirigidas por Norberto Ramos del Val, un director que está escribiendo unas páginas del cine español llenas de personalidad y repletas de fidelidad a sí mismo.