La directora barcelonesa Elena Trapé ya nos demostró con su anterior largometraje, Las distancias (2018), que las historias que dirige, y que también escribe junto a Miguel Ibáñez Monroy, son complejas y nada superficiales. De hecho, el nivel de profundidad emocional que imprime a sus personajes es algo difícil de encontrar en la ficción española de los últimos años. En esta ocasión, en Els encantats (Los encantados), la protagonista es Irene, interpretada por Laia Costa, una mujer de unos cuarenta años, recientemente separada,y con una hija pequeña con la que no está el tiempo que desearía por tenerla en un régimen de custodia compartida con el padre, personaje que solamente vemos en un lejano balcón y solamente oímos en las conversaciones telefónicas.
Esta actriz, que aún está cosechando los éxitos de su trabajo en Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa, da una vuelta de tuerca más al concepto de maternidad, coincidiendo con su propia situación personal por ser madre reciente. La angustia que le produce no estar cerca de su hija pequeña le lleva a instalarse en el pequeño pueblo pirenaico en el que creció, en un intento por encontrarse a sí misma. El ritmo que imprime Elena Trapé es pausado, las secuencias llevan su tiempo para desarrollarse, y los personajes que van apareciendo los vamos conociendo pausadamente, sin prisas. Precisamente, esos personajes son fundamentales para que Irene se encuentre a sí misma y los espectadores conozcamos a Irene. Los tres personajes que van marcando su trayectoria son los interpretados por Pep Cruz (Vida privada), un viejo conocido del pueblo con el que mantiene una relación paterno-filial y con el que comparte una de las secuencias más hermosas de la película -cuando hablan de las características del pequeño cementerio del pueblo en el que ya no cabe más gente, además de tener propiedades de excitación sexual sobre los jóvenes del lugar-; el interpretado por Ainara Elejalde, hija del famoso actor vasco del mismo apellido, que hace en esta película su impresionante debut en la gran pantalla interpretando a una joven rebelde, acuciada por la enfermedad y la existencia -sin duda, la veremos con mucha asiduidad en películas futuras-; y el tercer personaje es el interpretado por Daniel Pérez Prada (El pueblo), en un registro nada habitual en él y que desarrolla a la perfección, dándonos la verdadera dimensión del personaje protagonista.
Una persona a la que tengo gran consideración dice que la capacidad de amar es equiparable a la capacidad de cuidar, y el personaje de Daniel nos da un calibre bastante aproximado de la capacidad de amar de Irene. Laia Costa da un recital interpretativo, como viene siendo habitual en esta actriz, ya veterana. Lejos quedan los tiempos de su debut en Pulseras rojas, en 2011, la serie autobiográfica de Albert Espinosa. Els encantats (Los encantados), que solamente se puede ver en su versión original en catalán, nos da una nueva forma de ver e interpretar la vida y el ser humano desde la visión de una directora poseedora de precisión quirúrgica.