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Crítica: "Mari(dos)", por Paco España

Lucía Alemany nos deslumbró con su debut en el largometraje, La inocencia (2019) -de la que también era guionista-, un estupendo retrato generacional a través de los ojos de una adolescente, excelentemente interpretada por Carmen Arrufat. He de reconocer, sin rubor, que esta directora era mi único aliciente para acudir a la sala de cine para ver Mari(dos). En unas declaraciones recientes, Alemany afirmaba que estaba deseosa de dirigir una propuesta comercial con importante respaldo económico, porque las grandes penurias por las que había atravesado para llevar adelante la mencionada La inocencia habían sido muchas y había sufrido de una manera que no quería volver a padecer, por ese motivo su vocación era introducirse en el cine comercial, algo que ha conseguido de pleno con esta película. Su deseo es totalmente legítimo. Todo el mundo que trabaja, y más en esta profesión, quiere tener una situación económica holgada y ganar dinero con su actividad laboral.


De hecho, la película ha sido una de las más vistas en el fin de semana de su estreno, así que se puede considerar que, hasta este punto, las mejores previsiones se han cumplido. Pero, como dice esa expresión popular 'ahora viene cuando la matan', lo que se puede decir de esta película en términos artísticos, sobre la historia y los trabajos de interpretación, no es demasiado bueno. La historia tiene muy poco interés, es repetitiva y previsible, se basa en un guion de Pablo Alén y Breixo Corral, una mirada masculina que se nota en exceso.


Las interpretaciones principales están a cargo Ernesto Alterio, y un registro muy habitual suyo de alocado malhumorado, que contrasta con el de Paco León, haciendo de un empresario catalán de carácter opuesto al anterior que quiere quedar bien con todo el mundo, pero que, en el fondo, es una máquina de matar, con una verosimilitud entre baja y nula. Hay un tercer personaje, el interpretado por Raúl Cimas como director del sanatorio, que probablemente sea el más divertido de la función, pero Cimas no interpreta, despliega su personaje habitual en esta alocada historia que, además, mete con calzador un par de elementos de diversidad sexual para que todos los espectadores encuentren su hueco. Tratándose de una comedia, hay muy pocos momentos que me hayan hecho la menor gracia, a pesar de la trayectoria en la comedia de sus protagonistas, por lo que la próxima vez que esta directora estrene otra película, seré más cuidadoso para intentar no perder el tiempo que he perdido con el visionado de Mari(dos).