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Crítica: "El agua", por Paco España

Después de varios cortometrajes, Elena López Riera ha presentado, en el pasado Festival de San Sebastian, su ópera prima en el largometraje, una historia de docu-ficción sobre la mujer, el agua, la pasión y la tragedia, otra historia rural, tras Alcarrás y Suro, y una nueva propuesta que tiene como protagonista a una adolescente, actriz en ciernes, Luna Pamies, lo mismo que sucede en películas como La maternal, de Pilar Palomero, que también cuenta con una protagonista jovencísima, con un innegable carisma y que embruja a la cámara por su personalidad, no por su interpretación, cosa que sí hacen actrices también muy jóvenes en Rainbow, caso de Dora Postigo, y, sobre todo, Valeria Sorolla en La consagración de la primavera, con un enorme e inquietante trabajo.


El agua nos cuenta la historia de un pequeño pueblo, en la cuenca del Júcar, que vive mirando al cielo, previendo las riadas que periódicamente anegan la comarca, destruyendo cultivos y propiedades de los agricultores, sumiéndoles en la ruina. Estas tragedias, según los lugareños que lo explican directamente a cámara como si de un documental se tratara, relacionan esas tragedias con las mujeres y sus pasiones, el agua que está en su interior y la que se queda fuera, en forma de río, reclamando lo que es suyo y, si no consigue esa ofrenda, arrasa con todo. La historia gira alrededor de Ana, una adolescente que se enamora de un chico de su edad y anhela salir del pueblo y buscar su futuro, pero la tragedia sobrevuela constantemente a su núcleo matriarcal, compuesto por su madre, Bárbara Lennie (Los renglones torcidos de Dios), y su abuela, Nieve de Medina (Un franco, 14 pesetas).


Intenta enfrentarse a un destino que se antoja premonitorio y fatal para conseguir tener ese futuro junto con su chico, pero la influencia de la gente del pueblo, que mantiene viva la leyenda, se lo hace muy difícil. El agua es un debut interesante que aporta una nueva visión femenina sobre la mujer, que le hace responsable de todos los malos augurios y las catástrofes que pueden llegar a una comarca. Si ya lo tienen difícil, simplemente por ser mujeres, se les responsabiliza de las posibles riadas devastadoras. Aunque se me hace un tanto reiterativo todo lo referente a la viabilidad de su romance, así como ese tono naturalista que quiere aparentar que no existe ninguna cámara frente a los personajes y de esta manera dar cancha dramática a jóvenes intérpretes de si mismos.