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Crítica: "Broker", por Javier Collantes

El cine procedente del continente asiático nos ofrece la oportunidad de ver, contemplar e introducirnos en distintos componentes, todo desde el punto de vista cinematográfico, real o ficción, cuya mirada hacia sus historias resulta tan humana como incesante, una clase de relatos que nos adentran en una composición de arte y vida realmente en tiro de profundidad. Broker lleva el sello del japonés Kore-Eda Hirokazu, cineasta de prestigio por una carrera cinematográfica donde lugar interior y exterior gravitan sobre la familia.


A modo de 'road movie', Broker nos ofrece un relato sentimental, cruel por instantes, sobre cierta condición humana, el abandono, las familias, humor, crueldad y cierta ternura, un relato que nos traslada a una ciudad de Corea del Sur en una noche lluviosa, lugar donde una joven abandona a su bebé a las puertas de una iglesia. El bebé es recogido por dos hombres que se dedican a robar bebés abandonados para venderlos a padres que pagan una considerable cantidad de dinero. Arrepentida, la joven vuelve a la iglesia y descubre el negocio ilegal de estos dos hombres y decide unirse a ellos para comprobar su modo de actuar y encontrar a unos padres en adopción adecuados, para pasar a ser investigados, perseguidos por la policía y averiguar un asesinato. Un destino, unos hechos que cambiarán las vidas de ella, los dos hombres, el bebé y un niño, vender o cambiar, que, de forma trepidante, se hará ver en cada tramo. Dirigido con acierto, aunque el exceso de metraje se nota (129 minutos), el film contiene encuadres sobresalientes, planos ajustados, una fotografía espléndida, una banda sonora exquisita, y un ritmo narrativo que sólo se resiente en algún momento, se sigue con interés, gracias también a unos diálogos notables y unas miradas con componentes de misantropía. El director retrata y siente 'el buzón de los bebés' ('baby box), donde en Corea del Sur se dejan a los bebés para que alguien les aporte una nueva vida, una opción entre la supresión de sus vidas o abandonarles.


Con unas magistrales interpretaciones, cuya piedad, sin masacrar a los personajes (incluso con los malhechores), existe a lo largo del relato, una combinación de un deseo, una justicia y un arrepentimiento interno, para salvar sus decisiones. Broker se configura como una película notable, con una letra positiva, que apuesta por vivir, sin apenas juzgar a sus protagonistas, la maldad, la bondad, para pasar a ser conmovedor, un film de estructura potente cuyo resultado es tan aceptable como contenido, con fondo y algo de forma...