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Crítica: "Fire of love", por Javier Collantes

Existen tantas sensaciones como intuiciones cinematográficas, suposiciones y terrenos verdaderos en la vida de personas con disposición a contar 'cosas' de su vida. En esta ocasión, una mención para el documental, que vivió momentos de ostracismo y olvido en todos sus órdenes fílmicos. El tiempo ha pasado y el documental cobra una importancia cada día mayor, en festivales y certámenes, como componente de los grandes valores. Fire of love es un documental extraordinario, dirigido por Sara Dosa, que, con un gran pulso narrativo, nos muestra, en sus imágenes y secuencias, un sobresaliente e hipnótico trabajo fílmico que te deja tan impresionado que te traslada a otro tipo de 'vibraciones'.


Fire of love habla de naturaleza, volcanes, una historia poética y de amor en un triángulo tan prodigioso como emotivo, fuego y amor, lavas de sentimientos en cada plano, en cada instante, de una película documental majestuosa, sensible, definitiva, asombrosa, la historia de una pareja, Katia y Maurice Krafft, que se amaban, los dos y los volcanes. Así, durante dos décadas, esta pareja de vulcanólogos franceses se dejan llevar por las emociones y el peligro del acercamiento a los volcanes recorriendo el planeta en busca de un estudio, documentando, filmando, fotografiando, dando conferencias, alarde de dos estrellas mediáticas para un relato lleno de poesía con una voz en off que explica, imágenes espectaculares, diálogos dentro y cerca del volcán.


Visualmente sublime, el documental nos presenta la relación de una pareja y la naturaleza, su visión de la vida, unos personajes que filmaron una parte de su razón ser y existir, un documental con el que no solamente vemos, sentimos una filosofía de vida, la preferencia de una vida corta e intensa frente a una larga y monótona, de entrega y diálogo con el entorno. Sobre la base de un material digno de pasar a la historia, Fire of love nos da una magnífica obra cinematográfica sobre la dirección de unas vidas, el destino entre volcanes rojizos y grises, el peligro al que Katia y Maurice miran con pasión existencial, una película que deja huella en el espectador, un conjunto artesanal de 16 mm, cine con mayúsculas.