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Crítica: "La memoria de un asesino", por Javier Collantes

El thriller, un género cinematográfico a añadir en el amplio espacio del policíaco, films de 'buenos y malos', justicia y venganza dentro de argumentos fílmicos que funcionan en el terreno de persecuciones y acción, que entregan al espectador un ritmo de secuencias trepidante y, a veces, argumentos muchas veces vistos, pero con la consideración de que no invierte sus motivos y muestra lo que el público asistente espera con sus efectivas señas de identidad.


A esta argumentación pertenece La memoria de un asesino, película dirigida por Martin Campbell quien, tras sus sucesivas cintas de puro entretenimiento como Goldeneye, Límite vertical y demás títulos de su filmografía, ofrece una nueva entrega de pura evasión siendo consciente de que su pretensión es cine comercial bien realizado, sin más. Sin ser una película 'redonda', sin una mayor potencia visual y sin que posiblemente permanezca en el recuerdo como una gran película al ser una de tantas, la trama y alguna escena de acción de éste último film consiguen que su visionado sea presentable.


La memoria de un asesino es un remake de una película belga de 2003, basadas ambas en la novela De zaak alzheimer, de Jef Geeraerts. Esta nueva versión es distinta, por momentos, al film original, concesiones en una nueva puesta a punto, variar 'algo' para dotar a su narración de un tono crepuscular que se adapta a unos nuevos tiempos de textura más abierta, fácil, y directa. Su argumento nos cuenta cómo un asesino a sueldo descubre que se ha convertido en un objetivo después de negarse a cumplir un trabajo para una peligrosa organización criminal, por no cumplir un 'trabajo' en el que tenía que eliminar a una niña. A partir de esta circunstancia, el film contiene una acción medida, carente de pasión, sintiendo el personaje principal los comienzos del alzheimer.


Con elementos como una banda sonora acomodada, una fotografía que cumple y una dirección aprobada, y bajo un discurso narrativo simple y sus tonos moral y social, la mejor baza de la película recae en los intérpretes -Liam Neeson, Guy Pearce y Monica Bellucci- que, sin ser majestuosos, azotan unas ramas que a veces funcionan por simple mecanismo. La memoria de un asesino es un film que se ve, y ya está, un film de acción al uso, presentable.