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Crítica: "Garra", por Jesús Caro

Sumándose a la no tan larga lista de films ambientados en el mundo del baloncesto (comparada con otros deportes) y recién llegada a la plataforma Netflix (estrenada en unas pocas salas cinematográficas una semana antes), Garra, cinta protagonizada por Adam Sandler, viene a hacer las delicias de los amantes del cine deportivo que pese a no ser una propuesta ni mucho menos original, aunque tampoco lo pretende. Ofrece una historia con pinceladas dramáticas, mucho corazón, toques de humor, afán de superación y perseverancia para conseguir las metas profesionales y personales de sus protagonistas.


Adam Sandler encarna a una suerte de cazatalentos con aspiraciones a entrenador que descubre a un joven muy prometedor, interpretado por Juancho Hernangómez de manera muy solvente, al que tendrá que preparar y de paso enfrentarse a una serie de infortunios, para poder optar a la oportunidad de jugar en la NBA. Si bien la historia acumula clichés propios del género, los utiliza de manera muy inteligente, le da mucha importancia a la emotividad de la historia, la cual toma muchísima importancia gracias al buen trabajo del elenco actoral con unos personajes lo suficientemente bien construidos. La gran química entre Sandler-Hernangómez y el gran talento de sus actores secundarios, desde Queen Latifah a Ben Foster pasando por Robert Duvall y María Botto -quien destaca y mucho en su tiempo en pantalla-, elevan por encima de la media el conjunto del film, al que le sumamos un gran número de intervenciones de integrantes del Salón de la Fama del Baloncesto o de jugadores profesionales muy conocidos.


¡Y cómo olvidarme de las secuencias de baloncesto! Visualmente poderosas gracias al trabajo de su director, Jeremiah Zagar, y aderezadas con una selección musical muy recomendable (en la que suenan temas como Runnin, de David Dallas, o Partiéndonos la madre, de Zarcourt feat. Kairo). Zagar convierte el baloncesto no solo en el marco donde se desarrolla la película sino también en una carta de amor a dicho deporte y de máximo disfrute para los fans. En sus casi 120 minutos, Garra no tiene tiempos muertos y salda en victoria esta propuesta atemporal e inspiradora por méritos propios sin necesidad de prórroga.