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Crítica: "El comensal", por Paco España

Ángeles González-Sinde, hija de José María González-Sinde -productor y fundador de Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España-, llevaba desde el año 2008, en el que estrenó Una palabra tuya, sin ponerse al frente de una película. Primero por su participación política, que le llevó a ser Ministra de Cultura en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en una controvertida etapa en su ministerio por la encarnizada lucha contra las descargas ilegales de Internet. En el año 2020 asumió la dirección del Museo Reina Sofía de Madrid, cargo que ocupa actualmente. Previamente, en el 2019, falleció su pareja, Claudio López Lamadrid, tras un penoso y prolongado periodo de lucha contra en cáncer. Hago mención a esta situación personal de la directora por la influencia que ha podido tener en la película objeto de estas líneas.


El comensal tiene guion de la propia directora, y está basado en la novela autobiográfica de Gabriela Ybarra en la que relata la situación familiar que atravesó su familia con el secuestro y posterior asesinato, en 1977, de su abuelo, Javier de Ybarra, ex-alcalde de Bilbao y miembro de la oligarquía católica vasca de la época, con el que la banda terrorista quiso ejemplarizar, convirtiéndose en uno de los primeros secuestrados y asesinados de la democracia española. La película es interesante en cuanto que narra una situación y unos hechos muy concretos de una época de la Historia reciente de España que fueron muy cambiantes y relevantes, pero deja la sensación de haber asistido a dos películas diferentes.


La primera, ubicada en una época reciente, en la que el secuestro de ETA está en un plano muy secundario, donde se relata el proceso de tratamiento contra el cáncer de la madre de la narradora, magníficamente interpretado por Adriana Ozores, con el sufrimiento y el desgaste emocional que produce en la familia, llegando a estar próxima al colapso, por la diferente forma de llevar el sufrimiento por parte de sus componentes, entre los que encontramos a Susana Abaitua (Patria, Loco por ella), una actriz que se está consolidando en su profesión y alcanzando cotas importantes en la calidad de sus trabajos; Ginés García Millán (FélixLa verdad) como el padre de ésta, el personaje que con más cercanía vivió el secuestro del pasado, recreando su dureza en superficie y sufrimiento interior, con escasa progresión dramática; además de la brevísima intervención de Iñaki Miramón, como el propio Javier Ybarra.


Una vez desaparecido el personaje de la madre de la narradora, que está contado con una enorme intensidad, posiblemente debido a la cercanía y la experiencia personal de la directora, la historia se centra en la relación padre-hija y en los recuerdos, escondidos en la memoria, del secuestro y asesinato del abuelo, parte que está recreada con solvencia. El comensal no estará entre las películas más brillantes que se centran en la transición democrática, y concretamente en las actividades y consecuencias de ETA, pero no es una mala película y aporta una interesante visión desde un lugar diferente.