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Crítica: "París, Distrito 13", por Javier Collantes

Existe una singular y prodigiosa razón para encontrarnos con una ciudad a través del cine: lugares, sensaciones... hayamos o no estado en una ciudad. París, Londres, Nueva York... Pero, sin duda, una ciudad que encaja en los elementos románticos es la del Sena. Así, en esta ocasión, París, Distrito 13 nos lleva a estas vibraciones de cine , completo de sentimientos en cada una de sus secuencias arrebatadoras: amor, sexo, vida, familia, dolor... un encuentro, la búsqueda de un lugar interior por parte de sus personajes. En blanco y negro, con chispas de Manhattan, de Woody Allen, y textos narrativos y visuales que pueden recordar al cine de Eric Rohmer, la puesta en escena, sencilla y maravillosa, con algo de la Nouvelle Vague, lleva el sello del director Jacques Audiard, una filmación fascinante, cine de otro sentido con elementos del cine más independiente, con 'sabor' a un viaje que siempre existió.


En cada paso de su metraje asistimos a un relato generacional fascinante. Basada en tres relatos del escritor norteamericano de novelas gráficas Adrian Tomine, cuya adaptación es una delicia en su lenguaje cinematográfico, París, Distrito 13, dirigida de modo notable, cuenta una historia, un drama romántico, en un barrio de la capital francesa, Les Olympiades, en el que tres chicas y un chico se conocen y se aman en una especie de triángulo amoroso de millennials, personajes con sus trabajos de diferente índole, sus convivencias... con deseos, equivocaciones...


Los protagonistas del film saltan de la desesperación al sentir del cambio personal, comprender las palabras a través de cada acto y cada mirada para llegar a algún lugar. Con una fotografía que adquiere una textura de ensoñación y una banda sonora acorde con el tiempo de su acción, planos urbanos de lugares físicos en una ciudad y personales de las coordenadas emocionales de los personajes, en un contexto de esperanza, conforman París, Distrito 13, una historia defendida por unas interpretaciones convincentes y sensacionales, amor y sexo sirven para cambiar sus vidas junto a la toma de decisiones, el alma de este film que ofrece escenas memorables salpicadas de 'verdades' y valentía de las tres mujeres. París y sus encuentros, cine para disfrutar, pensar, sentir y ver, una propuesta de séptimo arte puro con un final muy digno, una película para recorrer en su fuero interno, notable y encantadora.