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Crítica: "Belfast", por Javier Collantes

A veces, el cine, en su concepto de entregar vida, arte, y prácticamente casi todo... nos ilusiona con una imagen, gestos, miradas, palabras... a veces, el séptimo arte nos regala una esencia de vivir. A este ejemplo se corresponde Belfast, dirigida por el sensacional actor Kenneth Branagh. Su manera de filmar y captar una esencia sencilla emite sensaciones. Filmada con un pulso de cámara sobresaliente y guión extraordinario, su contenido y sus recuerdos, su manera de narrar una historia, Branagh realiza un drama autobiográfico, una obra maestra en cada fotograma.


Belfast nos cuenta un relato en los años 60, en Irlanda del Norte, con un joven Buddy en su vida que contempla y siente los avatares de la ciudad en la que vive: lucha obrera, enfrentamientos, violencia, cambios culturales, religión, política... mientras sueña con un cambio y se ilusiona por acabar con los problemas, con el apoyo de sus padres y abuelos, una visión de una ciudad que está entrando en una guerra con múltiples consecuencias. Con una fotografía en blanco y negro excepcional, salvo el inicio y final en color, es todo magistral. La música que acompaña a las secuencias, sobre manera del genial Van Morrison, es, simplemente, sublime, enternecedora en cada nota de las canciones. Rodada de forma tan extraordinaria, que roza (si existiera) la perfección cinematográfica, transita entre el realismo y el escapismo con los guiños cinematográficos a Horizontes perdidos, Solo ante el peligro... en su vertiente de cine y realidad, en escena magnífica, Chitty, Chitty, Bang, Bang, el cine, el teatro... tantas escenas que Branagh consigue emocionar sin caer en la lágrima fácil.


En el apartado de las interpretaciones encontramos lecciones de registros por parte de Judi Dench, Jude Hill, Jamie Dornan, Ciarán Hinds... nada falta, nada sobra en la gran interpretación de un reparto sensacional. Desde un inicio, un final con sus plano cenitales, sus contrapicados, escenas como el asalto al supermercado, el detergente Omo biológico y las frase finales, la despedida, el baile, la canción, un canto al amor por una ciudad. Belfast es una película que huele a Oscar, posiblemente una de las mejores películas de este año 2022, una película inolvidable.