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Crítica: "Tres pisos", por Javier Collantes

La filmografía de un cineasta contiene, en su gran mayoría, unas características que hacen del propio autor su visión de un 'mundo' particular, incluyendo unas 'verdades' universales en cada obra, en cada película. A este caso se corresponde el caso del director italiano Nanni Moretti, en su universo de cámara y mirada en situaciones sociales y políticas, pero, sobre manera, la capacidad de ver los componentes humanistas en cada plano. Tres pisos, basada en la novela del israelí Eshkol Nevo titulada Three floors Up, consigue, en su traslado al lenguaje cinematográfico, una emotiva y sincera historia, un oscuro tono en cada encuadre de un film por momentos sorprendente, incluso con una parte más convencional, rozando ápices de telenovela con estilo, un relato de drama familiar sobre los miembros de tres familias cuyos apartamentos están en el mismo bloque de clase media italiana.


Un joven matrimonio, el padre que supone y sospecha presuntamente (en tono de obsesión) que su vecino ha abusado de su hija, una madre con hijos abandonada en muchos momentos por un marido que casi siempre se encuentra trabajando, y una juez jubilada cuyo marido ejerce de juez con problemas de su hijo. Historias emotivas, sobrias, en unas tramas de tres familias, en tono coral, sobre vecinos, cuyos trazos entrelazados tornan sobre la culpabilidad, los cambios, el dolor, la vida, la muerte, el amor... una visión del comportamiento y actitudes del ser humano que pintan un notable cuadro de fina línea de 'ser' y querer salir de uno mismo, historias por momentos demoledoras, oscuras, con el movimiento estructural de saltos en el paso del tiempo en un 'tempo' de charcos cuyas secuencias son totalmente impactantes.


El principio con un accidente de coche y un final con bailes que intenta liberar la carga que existe en cada tramo del film. Una banda sonora espléndida, una fotografía adecuada entre pisos, calles y traslados, diálogos muy incisivos, y un ritmo teatral que conduce al espectador a una terapia de seres dinamitados por sus vidas, hasta el cambio... Con una dirección planificada en los matices de sus personajes y las interpretaciones de todos sus protagonistas, nada falta en cada mirada y detalle, salvo en los últimos minutos del metraje que alardea un tono convencional fuera del contexto. Con estos mimbres, Tres pisos se deja ver, sin casi desentonar, habla y transmite lo efímero del tiempo y sus consecuencias, la convivencia vecinal colectiva a través en un retrato áspero, sentido, una buena película más que presentable en torno al lenguaje universal de la vida en sociedad.