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Crítica: "Josefina", por Paco España

El director de Josefina es Javier Marco, pero es tan evidente la bicefalia creativa de este título que no se puede dejar de nombrar como coautora a su guionista, además de pareja, Belén Sánchez-Arévalo (nada que ver con Daniel o Raúl, directores consolidados con el mismo apellido compuesto). Javier y Belén llevan 10 años en la realización de cortometrajes con una brillantísima carrera y más de 200 premios nacionales e internacionales, coronados por el premio Goya al Mejor Cortometraje de Ficción en la pasada edición por A la cara, con Sonia Almarcha y Manolo Solo, un interesante estudio sobre el comportamiento de los 'haters (odiadores)' en las redes sociales, proyecto que en estos momentos está tomando forma como su segundo largometraje.


Es amplio el conocimiento que el firmante de estas líneas tiene sobre la trayectoria de estos creadores ya que fue el responsable de que Javier Marco, en 2015, y tanto el director como la guionista, en 2017, vinieran a Cantabria a mostrar sus cortometrajes dentro de la actividad Vamos de cine que coordina el realizador Iñaki Pinedo, a centros educativos de secundaria, tales como La Marina de Bezana, el González Linares de Santander y El Zapatón de Torrelavega y poder así disfrutar de títulos como Casitas, La soledad de la luna, Tu o yo, Classmate o El vestido, todos ellos de enorme calidad. Además, fueron los ganadores, junto con su intérprete Pedro Casablanc, del Festival Internacional de Torrelavega en 2019 con el trabajo Uno.


En lo que a Josefina se refiere, conserva las virtudes que ambos creadores vienen demostrando desde hace años: la construcción de guiones sólidos, en los que la información se va ofreciendo 'al por menor' dejando espacio para que el espectador vaya construyendo su propia historia por mediación de otra de sus grandes virtudes, la elección y la dirección de actores, haciendo que todos sus intérpretes brillen a gran altura en sus trabajos. En esta película cuentan, además, con dos de los intérpretes más en forma del panorama nacional: Emma Suárez, de la que no es necesario elogiar ni calificar su dilatada carrera repleta de grandes trabajos -Una ventana al mar, Las hijas de Abril o Julieta, por citar tres de los más recientes-, y Roberto Álamo, el 'blanduro' del cine español con trabajos como Antidisturbios, Caronte o Que dios nos perdone. Ambos intérpretes sumergen al espectador en una relación y en una historia que, en base a una mentira, se convierte en un thriller emocional de combustión lenta en el que interesa, y mucho, lo que les va a suceder a estos personajes, un funcionario de prisiones y la madre de uno de los internos de la prisión.


Parece que los actores y actrices que pasan por sus manos se llevan buen recuerdo, ya que en Josefina nos encontramos a los citados Pedro Casablanc y Manolo Solo, además de Olivia Delcán o Simón Andreu, protagonistas todos de cortometrajes anteriores y a los que no les importa repetir, incluso en personajes de protagonismo muy inferior, aunque absolutamente todos los personajes de las historias de estos creadores tienen una importancia destacable. Tienen tanta habilidad para sacar el mejor partido de los intérpretes que hacen que el joven Miguel Bernardeau, hijo de Ana Duato, haga su mejor trabajo hasta el momento. Josefina es la brillante carta de presentación en la industria del largometraje de esta pareja de creadores que auguran un interesante camino en las propuestas que lleguen en el futuro, que siempre tratarán a sus espectadores como seres inteligentes, capaces de pensar y reflexionar, algo que, en ocasiones, se echa de menos cuando se acude al cine.