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Crítica: "Sevillanas de Brooklyn", por Paco España

Nos encontramos ante una comedia amable y agradable del siempre eficaz director Vicente Villanueva, que viene demostrando su buena mano para este difícil género desde su etapa como cortometrajista, con títulos verdaderamente espléndidos del pequeño formato como son La rubia de Pinos Puente o Meeting with Sarah Jessica. En el caso de Sevillanas de Brooklyn nos encontramos con una historia de picaresca costumbrista en la que una humilde familia sevillana quiere ganarse unos eurillos acogiendo en su casa a estudiantes norteamericanos. Para ello tiene que falsear su verdadera residencia, que en realidad está en 'las 3000 viviendas', y presentarse ante los organizadores como residentes en un casoplón sevillano de postín. El conflicto arranca cuando llega un estudiante negro de clase alta y se ve metido en un pequeño piso con los padres, dos hijos mayores, la abuela y otros personajes de una vecindad, cuyo peligro se muestra evidente en cuanto se sale a la calle.


La comicidad viene dada por el contraste que se produce entre la familia, que quiere aparentar ser de clase alta, cuando en realidad es mostrada con mayor autenticidad que las personas a las que pretende, con escaso éxito, imitar. Esa autenticidad va calando en el recién llegado del continente americano, en el que también influye la atracción romántica hacia la hija mayor de la familia y que compone la parte mas edulcorada de la historia.


Aunque el guion no es ningún portento, incluso se agradecería que estuviera un poco mas trabajado, sí es suficiente para hacer pasar un buen rato a cualquier espectador que no busque mucha profundidad en la propuesta, ya que no la va a encontrar, pero sí unas situaciones divertidas, envueltas con cierta humanidad y mensaje social, algo a lo que colaboran de una manera fundamental sus intérpretes principales, que son realmente extraordinarios y en esta película dejan constancia de ello, como es el caso de Carolina Yuste (Chavalas, Carmen y Lola), una de las actrices jóvenes mas en forma del panorama nacional; Estefanía de los Santos (Jaulas, Arde Madrid), una auténtica fuerza de la naturaleza con una voz que no se olvida; Manolo Solo (Josefina, El buen patrón, La fortuna), un actor capaz de brillar en cualquier pequeño papel -no por casualidad ganó el Goya por Tarde para la ira cuando solamente aparecía en una secuencia-; y Sergio Momo, actor tinerfeño en el papel de estudiante; además de la eficacia en pequeños papeles de Adelfa Calvo (El autor), Canco Rodríguez (Operación Camarón) y Maria Alfonsa Rosso (Caníbal), trabajos todos ellos por los que, por si mismos, merece la pena el visionado de la película.