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Crítica: "Infinite", por Jesús Caro

Adaptación cinematográfica de la novela The reincarnationist papers, escrita por D. Eric Maikranz, supone el reencuentro del actor Mark Wahlberg y el director Antoine Fuqua en una suerte de historia de ciencia ficción aderezada con muchas escenas de acción fantasiosas, trepidantes en muy pocos momentos y anodinas en su gran mayoría, cuyo argumento, del todo desaprovechado, deambula de persecución en persecución en una historia de supuesta intriga con toques de mística superficial que no sabe llegar de manera satisfactoria a su conclusión.


Los 'Infinitos' son gente dotada de una memoria perfecta de todas sus vidas pasadas. Se dividen en dos grupos: Los 'Creyentes', quienes creen que su don es una responsabilidad y están dedicados a la protección y crecimiento de la humanidad, y los 'Nihilistas', que creen que ese 'poder' es una maldición y están empeñados en acabar con la vida en la Tierra. Semejante planteamiento inicial sirve a Fuqua para demostrar lo bien que se le da filmar persecuciones con un Ferrari Testarrosa rojo a ritmo del tema Legends never die, de Campfire, y explosiones vistosas, e intercalarlas con otra parte más existencialista del personaje protagonista, con problemas de esquizofrenia, en su búsqueda de encontrar sentido a su vida.

Y otra persecución, disertación fugaz sobre la reencarnación, redundancia narrativa hasta llegar a la auténtica trama del film (que no desvelaré, aunque me acuerde), mientras el malo de turno va acortando distancias para hacerse con el secreto de nuestro protagonista, aderezado con escenas llamativas y Wahlberg haciendo ejercicio sin camiseta porque para eso es el fornido héroe que puede hacer frente a cualquier amenaza que se le presente. Esta 'nueva' propuesta de héroe desmemoriado nos recuerda que se necesita mucho más que personajes peleando, explosiones, tiroteos rodados en piloto automático y una escena final del todo inverosímil unidas por un guión bastante mejorable, además de un latente desinterés de sus responsables por ofrecer un producto mínimamente entretenido.