El canal TNT, que puede verse incluido en plataformas tales como Movistar, Vodafone, Orange o Virgin Telco, acaba de estrenar esta serie que consta de seis capítulos de 25 minutos en la que se recrea la trayectoria vital, desde la infancia, de su creador, habitual colaborador de Andreu Buenafuente, Roberto Enríquez, popularmente conocido por Bob Pop y que no tiene nada que ver, excepto coyunturales casualidades, con el también actor, que acabamos de ver protagonizando La cocinera de Castamar y al que ya viéramos en la película Gordos, de Daniel Sánchez Arévalo, y que lleva el mismo nombre y apellido. En la serie se narra el difícil proceso de auto conocimiento, desde su infancia, del creador, director y guionista de la misma, ya que se trataba de un niño obeso, con gafas y con preferencia sexual hacia otros miembros de su mismo sexo, todo ello proyectado desde una familia difícil, con una madre extremadamente particular y un padre violentamente autoritario.
Es imposible negarle a esta historia la honradez y honestidad que derrocha a borbotones de un personaje que, al mismo tiempo, es una persona de carne y hueso. Da la sensación de que la serie ha sido una catarsis de su creador. Al contar esta historia, su responsable ha tenido que ser capaz, en clave de comedia, de canalizar una existencia jalonada por episodios y situaciones muy difíciles que es necesario mirar de frente para sobreponerse a ellas. Comenzando por una infancia en la que fue el blanco del acoso escolar en múltiples ocasiones, pasando por la incomprensión familiar incluida la violencia, en el tránsito por sus relaciones homosexuales, en ocasiones sórdidas, que le llevaron a sufrir robos, vejaciones y violaciones. Para completar la sucesión de hechos auto referenciales, se incluye la que hizo público en 2019, dentro del programa Late Motiv, sobre su enfermedad, la esclerosis múltiple. Como ya sabemos, esta enfermedad es la denominada 'de las mil caras' por la diversidad de síntomas que puede producir. Afecta principalmente a personas jóvenes, de 20 a 40 años y es un problema del sistema inmunológico, que ataca la estructura orgánica de la mielina, sustancia que envuelve las fibras nerviosas y facilita a conexión entre ellas. No tiene cura, solo tratamiento con cortisona y supone la mayor causa de incapacidad entre adultos jóvenes en España. Esta enfermedad ya apareció en la película 100 metros, interpretada por Dani Rovira y Karra Elejalde.
Retornando a Maricón perdido, es evidente que las auto referencias son constantes y reales, a pesar de ser una ficción, pero precisamente por ser una ficción ha faltado usar los mecanismos de la misma para enriquecer una historia que se personaliza excesivamente en el propio protagonista. El personaje de Roberto aparece interpretado por tres actores diferentes durante todo el metraje y todo le ocurre a él, cuando por un recurso en la construcción del guión se podría haber hecho que ciertas situaciones le ocurrieran a personajes diferentes, porque, al fin y al cabo, lo que les sucediera a esos personajes también contaban la historia de Bob Pop y al mismo tiempo podría enriquecer la historia al contar con perspectivas diversas. La excesiva personalización del personaje principal hace que no se pueda sacar el jugo que potencialmente tiene el de su amiga de toda la vida, interpretado con acierto por Alba Flores, que aparece y desaparece en la historia como si del Guadiana se tratara. Mención aparte merece el trabajo interpretativo de Candela Peña, siempre excelente, encargándose aquí del personaje de una madre muy especial, pero que no disfruta de la progresión dramática que un personaje de su potencia hubiera requerido. Otro personaje desaprovechado es el padre, interpretado por Carlos Bardem con su habitual eficacia, aunque la realización se esmera en no encuadrarle, desenfocarle o sacarle de plano para no verle con claridad, un recurso que puede ser interesante, pero se repite demasiado y se pierde parte importante de la carga argumental que hubiera podido aportar el personaje.
Bob Pop, que es critico, bloguero y escritor, publicó una novela titulada Mansos en 2010, hecho que también aparece en la serie, quizás por este motivo se haya encargado en exclusiva del guión cuando, posiblemente, esta historia, en manos de guionistas con competencia en esta labor, hubiera ganada muchos enteros. Mención aparte merece el último episodio en el que aparecen, junto a Bob Pop y alrededor de una mesa, Pedro Almodóvar, Andreu Buenafuente y Berto Romero, que aleja la serie de los terrenos de la ficción de una manera difícil de comprender. Maricón perdido es una serie interesante y honesta, que ya hace su carta de presentación en el propio título, aunque parcialmente fallida por ser personalista en exceso y al tratarse de una ficción podía haber sido mas profunda y rica de lo que, en el resultado final, nos ha mostrado. Quiero dedicar estas líneas a mi amigo Ángel, que no es maricón, pero lleva conviviendo con la esclerosis múltiple cuarenta años.