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Crítica: "Ejército de los muertos", por Javier Collantes

En otra diversidad de los géneros cinematográficos, los terrenos entre el terror y el miedo aumentan con los muertos vivientes o zombies, que muestran otra faceta de cine adaptado a las circunstancias modernas para llevarnos a mundos de luchas y batallas. A este caso se corresponde el film que nos ocupa, Ejército de los muertos, un mosaico más que personal de un mundo apocalíptico.


Conocido por películas como una nueva versión de Amanecer de los muertos, 300, Watchmen... el cineasta Zack Snyder dirige una nueva incursión de cine zombie, un film que se compone con la textura de una producción de la plataforma Netflix y un argumento típico: un grupo de mercenarios, a las órdenes de un magnate, emprenden una misión suicida para cometer un atraco en Las Vegas.


El golpe a una cámara acorazada con millones de dólares está condicionado por acontecer durante una epidemia de muertos vivientes y, además, antes de que la ciudad sea arrasada precisamente por este motivo. Ejército de los muertos resulta un videojuego acelerado, con momentos brillantes, pero el metraje se resiente entre un gore brutal y sangriento con diálogos semi patéticos.


Como blockbuster cumple sin más en los planos cortos y la parte final condensa sus mejores momentos. Un tigre zombie acompaña a un reparto entre alfas y renqueantes, carne de cañón incluido Dave Bautista como exmilitar cocinero y el resto del equipo. Gracias a Viva Las Vegas, de Elvis, o Zombie, de The Cranberries, la ruta irregular de Ejército de los muertos se sobrelleva mejor.