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Crítica: "Altsasu", por Paco España

La plataforma FILMIN acaba de incluir esta mini serie dentro de sus contenidos. Consta de cuatro capítulos de 50 minutos y recrea el caso Altsasu (Alsasua) en el que ocho jóvenes nacionalistas del municipio acabaron en prisión por delitos de terrorismo de hasta 62 años por una reyerta que una noche se produjo en un bar del municipio con dos números de la Guardia Civil y sus respectivas parejas. Su director, Asier Urbieta, ha dirigido varios cortometrajes, entre ellos destaca Pim Pam Pum, un espléndido plano secuencia de tres minutos en el que vemos a tres niños desarrollar sus juegos en medio de los violentos enfrentamientos entre la policía y la kale borroka en el casco viejo de Bilbao en los años en los que éstos eran frecuentes. Al ver esta serie, tengo esa impresión que me está contando una historia basada en hechos de esos años, de finales del siglo XX como mucho. Pero no, muy al contrario, los hechos que cuentan se iniciaron en octubre de 2016 y se juzgaron en 2017, hace cuatro días, como quien dice.


Durante los dos primeros episodios se emplean muchos minutos para contar muy poco, la hostilidad mutua entre la Guardia Civil y los abertzales que termina en una reyerta en un garito de la localidad navarra. Dos episodios para contar esto y las interrelaciones personales entre los distintos personajes que aparecen, tanto de un lado como del otro, parece demasiado, pero sirven para mostrar la base argumental de los dos siguientes capítulos que se centran en la detención y encarcelamiento de los acusados y en el proceso judicial, casi exclusivamente el último de ellos. En esta serie asistimos con perplejidad a lo que parece la necesidad de perpetuar ETA y su terrorismo como modo de vida y pensamiento de una España rancia y anclada en planteamientos y modos de actuar de otro siglo. Por lo cual los jóvenes arrestados son acusados de organización de un acto terrorista premeditado y condenados a penas enormes, algo que una vez más, nos saca los colores como país, en el Parlamento Europeo cuando 52 eurodiputados de la Comisión Europea firman un documento en base a los principios de 'proporcionalidad, justicia y equidad', contrarias a la petición del fiscal 'desproporcionada, carente se sentido y antidemocrática'.


También Amnistía Internacional definió el caso como 'una ofensa muy seria' señalando el riesgo de 'trivialización del cargo de terrorismo' y la 'desproporcionalidad' de las acusaciones. Varios acusados consiguieron el tercer grado penitenciario a finales de 2020, después de mas de 1300 días de reclusión, mientras dos de ellos siguen a la espera de conseguirlo, todo en un proceso repleto de irregularidades, con una carencia total de garantías y a cargo por la jueza Espegel, esposa de un condecorado coronel de la Guardia Civil, que para un caso de estas características y se busca la justicia y la verdad, puede que no sea la mejor de las opciones.


En el reparto nos encontramos a Jon Olivares y José Ramón Soroiz, a los que ya vimos en la extraordinaria serie Patria en los papeles de Joxe Mari y Txato; Asier Oruesagasti, al que pudimos ver recientemente en Akelarre como el inquietante sacerdote; además de los siempre excelentes Jorge Monje, presente en los primeros trabajos cortos de Daniel Sánchez-Arévalo; y Alfonso Torregrosa, al que también podemos ver actualmente en Caronte. Altsasu no está al nivel de la mencionada Patria, pero tampoco cuenta la inmensidad que cuenta aquella, se centra en un episodio con una aparente y flagrante falta de justicia y de interés en la búsqueda de la verdad. Sirve para dar luz a un episodio de nuestra historia recientísima que esta plagada de sombras oscuras, como demuestra que este caso haya sido comparado con el caso de 'La manada' en algún medio de comunicación cuyo rigor por la verdad es escaso por no decir nulo. La única similitud que pueden tener ambos sucesos es que se produjeron en territorio navarro.