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Crítica: "Una ventana al mar", por Paco España

Probablemente no sea la primera vez que lo menciono, pero mi objetivo cada vez que veo los títulos de crédito iniciales de una película es que la historia que está comenzando delante de mis ojos me cuente algo nuevo, que no haya visto antes y, si esto no es posible porque ver siempre algo nuevo es muy complicado, me doy por satisfecho si me muestran una visión humana desde una perspectiva honesta y personal. Cuando esto sucede, si la historia está bien contada, me hace llegar a la emoción, intensa en algunos casos. Algo cercano me ha ocurrido cuando he visto Una ventana al mar, la historia de una joven abuela de Bilbao que es diagnosticada de cáncer y decide no cancelar el viaje a Grecia concertado con dos amigas, allí conoce a un marinero griego que intenta sobrevivir a una profunda herida psicológica. Ambos personajes encuentran en el terreno común de sus diferentes heridas un lugar de redención para saldar deudas con la vida.


La película se toma su tiempo para desarrollar las secuencias, vamos conociendo a los personajes poco a poco y vamos entendiéndolos de una manera pausada, aunque también dolorosa y profunda en un lugar, las islas griegas, que invita a la vida, por su luz, su color y su temperatura, muy diferentes a las del Bilbao del comienzo de la película. En este paisaje se mueven los personajes, algunos muy contrariados por la situación que les toca vivir sin saber muy bien como gestionar, como por ejemplo la manera de entender el concepto del cuidado de una persona enferma y querida. Puede ser que lo que una persona entienda, sea diametralmente opuesto a lo que entiende otra y ambas con la mejor de las voluntades, en cuyo caso la opción mas acertada siempre será la que elija la persona objeto de esos cuidados y aunque puede que no sea comprendida, siempre debe ser respetada.


Una ventana al mar está protagonizada por una de las mejores actrices españolas, Emma Suárez, ganadora de tres Goya y que es capaz de hacer llegar a la estupefacción contemplando sus trabajos, al menos en mi caso, como en La hijas de Abril, La próxima piel o Bajo las estrellas. Comparte protagonismo con el actor griego Akilas Karazisis, cuyo nombre es posible que le diga lo mismo que a mi, absolutamente nada, pero eso no es óbice para reconocer su estupendo trabajo interpretativo a la altura de nuestra gran actriz. El director es Miguel Ángel Jiménez, director en 2016 del título fantástico y de terror La mina, que probablemente no pasará a la posteridad, aunque Una ventana al mar sí debería hacerlo, al menos tener una audiencia y una consideración mayores a los previsiblemente tenga. Además fue presentada en el Festival de San Sebastián de 2019 y tuvo que esperar hasta principios de octubre del año pasado para hacerlo en cine, perjudicada por el tsunami pandémico de todo el año 2020.