Achero Mañas es un director de lo más heterogéneo. Su carrera es prolongada en el tiempo aunque corta en realizaciones. En los últimos veinte años, incluyendo la que nos ocupa, ha dirigido cuatro películas: El bola, que cosechó múltiples éxitos, Goya incluido; Noviembre, interesante propuesta sobre el teatro y las relaciones personales; y Todo lo que quieras, en 2010, una extraña película que indaga sobre la pérdida repentina y las relaciones paterno-filiales, con Juan Diego Botto en uno de sus mejores trabajos, mismos temas en los que profundiza en Un mundo normal, que se basa en hechos autobiográficos del autor.
Mañas ya había demostrado una visión muy personal del lenguaje cinematográfico en su corta carrera como cortometrajista, entre los que destaca Cazadores, ganador del Goya en 1998, año ya lejano en el que triunfó Titanic; una comedia social británica, Full Monty, nos sedujo a todos; y, en España, La buena estrella, del malogrado Ricardo Franco con un inconmensurable Antonio Resines, ganaba el Goya a la mejor película. Un mundo normal, título irónico donde los haya y más en estos tiempos en los que el mundo es de todo menos normal, cuenta la historia de un compromiso, el que adquiere Ernesto, Ernesto Alterio en un papel que le va como anillo al dedo, con su madre Carolina (Magüi Mira), en el que debe arrojarla al mar, frente a la costa de Altea, cuando fallezca, pero no sus cenizas no, de cuerpo entero.
En el primer tercio de la película se nos presenta a los personajes, sus características y sus relaciones con otros personajes de su familia. Esta parte se hace un tanto lenta y reiterativa, pero, sobrepasado este tramo y tras el fallecimiento de la madre, curiosamente la película cobra vida, fuerza y ritmo, constituyéndose en una road movie en la que el protagonista, acompañado por su hija Cloe -un sorprendente y estupendo debut de Gala Amyach, hija en la vida real de Achero Mañas-, se encargan de transportar el cadáver de su madre-abuela hacia la costa levantina. Evidentemente, las situaciones que atraviesan son absolutamente surrealistas ya que todo menos normal es transportar una señora muerta con esas intenciones.
Otros personajes que aparecen son Max (Pau Durá), hermano de Ernesto y famoso compositor; Julia, la reinosana Ruth Díaz en un papel tan corto como jugoso; y el actor-director Abdelatif Hwidar como policía, haciendo gala de la eficacia que le caracteriza. El guión es del propio Mañas y se nota que la historia está escrita desde dentro, mostrando una situación dura pero a la vez con gran ternura. Se puede disfrutar mucho si te dejas llevar por el universo del realizador y te adentras en el interior de unos personajes que tienen una gran profundidad, a la que la película nos permite acceder. Un mundo normal no es una obra maestra, pero si es una propuesta honesta hacia si misma y hacia los espectadores, que no es poco.