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Crítica: "Mulan", por Jesús Caro

Después de innumerables retrasos con respecto a su fecha de estreno inicial en cines, la última adaptación en imagen real de un 'clásico' animado Disney llega directamente al servicio de streaming Disney+ (eso sí, con un coste de 21,99€) sirviendo más como reclamo y banco de pruebas de su plataforma audiovisual, para poder captar el mayor número de suscriptores, que como un film ameno de entretenimiento y evasión disfrutable en pantalla de cine para un público no tan joven como la cinta de la que bebe su argumento.


Esta 'nueva' propuesta dirigida por Niki Caro (con la que no tengo ningún parentesco familiar que yo sepa) es muy diferente en su tono, mucho más serio que el de su antecesora animada, y su intento de no pretender ser una mera copia es de agradecer. Potencia un claro mensaje feminista en contraposición a un mundo marcado por las tradiciones machistas, una oda a la valentía que se apoya en la interpretación solvente y correcta de la joven protagonista Liu Yifei. Muy destacables su diseño de producción realmente cuidado, la fotografía, el vestuario y unas localizaciones realmente increíbles que lucen muchísimo más en una pantalla de cine que en su visionado 'televisivo'.


Pese a su moderada duración, 105 minutos si descontamos casi 10 de títulos de crédito para disfrutar de la música del film y la voz de Christina Aguilera entre otras, se hace algo lenta y pesada, se reitera en demasía esa lucha interna contra su verdadero yo de la protagonista en reivindicar su autentica naturaleza y reafirmación personal, no sacándole el suficiente potencial a la épica y las secuencias de acción (algunas de ellas realmente torpes) y sin prestar atención a otros personajes y actores desaprovechados como Jason Scott Lee (un villano desaparece durante buena parte de la cinta), Donnie Yen, Jet Li y, sobre todo, Gong Li, cuya aportación debería haber tenido más peso y su personaje haber estado mejor definido por el gran potencial que posee -su desenlace es realmente de los momentos más absurdos de la película-.


Y eso que tiene un par de ellos absolutamente sonrojantes: el comienzo cuando una muy joven Mulan persigue a una gallina y en la que demuestra unas habilidades propias de una superheroína gracias a su dominio del chi, o la secuencia en casa de la casamentera con una araña son momentos absolutamente discordantes con el tono general del film, mucho más solemne que no sirven para ser considerados alivios cómicos al espectador. A esta nueva Mulan le sobran buenas intenciones, resumidos en los llamados pilares de la virtud -lealtad, valentía, verdad y devoción a la familia-, pero le falta personalidad y sentido del humor. Producto fabricado para entretener y de fácil disolución en la memoria.