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Crítica: "Maquis", por Paco España

Rubén Buren es un artista madrileño cuya obra se centra en la memoria histórica, utilizando artes como la música, la literatura y el teatro. Además es bisnieto del líder anarquista y sindicalista Melchor Rodríguez, último alcalde de Madrid del gobierno republicano. Este fue conocido con el apodo de 'El ángel rojo' cuando era delegado de prisiones de ese mismo gobierno, etapa en la que salvó a miles de personas de ser 'paseadas' por otros líderes comunistas al emitir una orden en la que se prohibía sacar a cualquier preso entre las 7 de la tarde y las 7 de la mañana. Esta orden le produjo fuertes enfrentamientos en sus filas ideológicas, al poner de manifiesto la posición del gobierno republicano absolutamente contrario a los linchamientos y asesinatos impunes de presos, una posición en las antípodas de la postura que posteriormente tomó el gobierno franquista, que alentó el asesinato y la limpieza ideológica de sus opositores. Melchor Rodríguez se salvó de la pena de muerte al ser apoyado por militares y ciudadanos a los que había ayudado a salvar con anterioridad.


Estos son los antecedentes familiares de Rubén Buren, el director de Maquis, en la que muestra a un grupo de mujeres en el ámbito rural cuando acaba de terminar la Guerra Civil y la actividad de las guerrillas se recrudece en ese contexto. La película está rodada en blanco y negro e interpretado solamente por actrices. Si las intenciones fueran suficientes para juzgar una película, la mayor parte de las apreciaciones serían buenas, pero no es el caso: el juicio debe hacerse del producto y no de las intenciones. Rubén Buren demuestra un total desconocimiento del lenguaje cinematográfico, posiblemente sí lo tenga del lenguaje teatral, pero éste tampoco es el caso. La planificación de las secuencias es opuesta a la intensidad dramática de las mismas, y el guión del cual también es responsable, al igual que la música, revela una impericia notable, con una falta de síntesis alarmante. La historia que cuenta podría, de manera adecuada, haber sido contada en no más de 20 minutos y no en los 107 que dura Maquis.

Las secuencias que no tienen utilidad para hacer avanzar la trama y las que se dilatan de manera inadecuada son numerosas. Mención aparte merece el trabajo interpretativo de las actrices, a las que no se les puede negar arrojo y exposición en algún caso, pero, una vez más, la intención no es suficiente, su trabajo es mediocre y sus interpretaciones no permiten introducirse en la historia en ningún momento. No se puede achacar toda la culpa a las actrices, porque son una víctimas más de un producto audiovisual íntegramente fallido. Es muy probable que el presupuesto con el que ha contado la película haya sido escasísimo o inexistente, pero esto no puede ser una disculpa para presentar un producto de tan poca calidad y que haga perder casi dos horas a los espectadores con la sana convicción de que les iban a contar una historia con un mínimo de interés sin que esto haya sido posible. Si después de esta lectura a algún curioso espectador le quedan ganas de transitar por los vericuetos de un producto de estas características, se encuentra disponible en la plataforma FILMIN.