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Crítica: "Una vez más", por Paco España

Una vez más fue uno de los títulos estrenados en el reciente certamen D’A Cinema de Autor de Barcelona que este año, debido a las especiales circunstancias, se desarrolló a través de la plataforma Filmin. Se trata del primer largometraje de su director, Guillermo Rojas, cineasta con un par de cortometrajes anteriores, uno de ellos, el estimable La patrulla perdida, con el actor, director y productor campurriano Jaime Martín interpretando al dinamitero, uno de los personajes principales.


Esta película cuenta la historia de Abril y Daniel, dos treintañeros con una pasada relación sentimental que se reencuentran en su Sevilla natal debido a que Abril regresa de Londres, ciudad en la que trabaja desde hace cinco años, por el fallecimiento de su abuela. Esta situación hace que compartan paseos por los lugares comunes de la ciudad hispalense -Plaza de España, aledaños de la Giralda, Puente de Triana- tratando de explicarse los motivos que les llevaron a la dolorosa separación, cuyos sentimientos no están, ni mucho menos, apagados.


La difícil situación económica le obligó a ella a buscarse el futuro profesional en una ciudad lejana de su casa, su sol, su familia, sus amigos y su amor, en definitiva lejos de todo que lo que quería. La falta de una comunicación sincera, además de las dudas, les llevó a no reencontrarse hasta este momento, y, aunque ambos han reconstruido su vida sentimental junto a otras personas, ninguno ha cerrado la herida que se produjo en su separación.


Una vez más tiene una estructura similar a la de la famosa trilogía de Richard Linklater -Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes de anochecer- protagonizada por Julie Delpy y Ethan Hawke, especialmente con la segunda, por la edad de sus protagonistas. Puede que no lleguen a la intensidad emocional de estos últimos, pero, por momentos, no se encuentran alejados de ella, llegando a construir momentos de profunda emoción. Al buen trabajo de sus protagonistas, desconocidos para el gran público -Silvia Costa y Jacinto Bobo-, se opone la escasa química entre ambos, algo tan indefinible como evidente, que no debe desmerecer la calidad de sus interpretaciones.


Una vez más es una estimable película que nos muestra el devastador paisaje que queda cuando una persona joven tiene que buscarse la vida en otro país, producto de la crisis económica. Recuerdo con amargura las declaraciones de algún político sobre la movilidad geográfica de los jóvenes de este país en la crisis de 2008, jóvenes que habían sido formados en España y tenían que desarrollar su talento lejos de su país, sus raíces y su oxígeno vital.