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Crítica: "Klaus", por Paco España

Esta película hispano-británica, de Sergio Pablos, no pudo hacerse acreedora al Oscar a la mejor película de animación, cosa comprensible ya que competir en la propia casa de Disney y Pixar contra unos de sus propios productos, Toy Story 4 -estupenda película por otra parte-, no es tarea sencilla. Sin embargo, sí ganó el premio Bafta de la academia de cine británico a la mejor película de animación, algo que dice mucho sobre su notable calidad.


Klaus cuenta una versión libre de Santa Klaus a la usanza de Pixar, es decir, hacer un deslumbrante despliegue técnico para contar una historia compleja, llena de debilidades y fortalezas humanas, que se va desarrollando en un guión tan sólido como acertado. El peor estudiante de la academia postal, hijo del presidente de la misma, es enviado al pueblo más recóndito del helado Norte, en el que se encuentra un pueblo dividido por constantes disputas y enfrentamientos de cuyo origen los lugareños ya ni se acuerdan y cuya actividad vital se centra en esas continuas peleas que no producen el más mínimo beneficio social.


En estas latitudes habita un huraño y solitario lugareño, un carpintero, poseedor de multitud de juguetes, que acumulan el polvo de años en las estanterías de su cabaña, el cual también es el poseedor de un gran dolor clavado por una terrible pérdida. El cartero llegado al pueblo, con el objeto de revitalizar el tráfico postal, es el encargado de catalizar las tensiones locales, poniendo en contacto los niños, que debido a los continuos enfrentamientos ni siquiera acudían a la escuela, con el huraño carpintero, mostrando claramente que existen muchos más aspectos que les unen que los que los separan y enfrentan, algo que es muy mal visto por los habitantes de mayor edad, sustentadores vitalicios del estado de enfrentamiento permanente de los habitantes del poblado y que no quieren dejar de tener el poder que tal estatus les proporciona.


Un guión brillante que va encaminando la historia a un territorio más convencional sobre la figura navideña del barbudo Santa Claus, tan arraigado en la cultura norteamericana, no siendo, por ello, un demérito a la extensas virtudes que tiene. Una película que se ve con mucho agrado, por pequeños y grandes, a los que en algunos momentos llegan a emocionar las profundidades humanas de las figuras allí retratadas. Las voces de los tres personajes principales están a cargo de un fantástico y casi irreconocible Quim Gutiérrez, además de Belén Cuesta y Luis Tosar. Klaus es un título que demuestra claramente que la manida frase 'España está en la vanguardia de la animación mundial' puede no ser ni desacertada ni exagerada.