El cine de terror contiene en su esencia los miedos interiores de sus personajes en un ámbito tan amplio que sus miras otorgan al engranaje de este género muchas vueltas de tuerca en cada ilustración cinematográfica. Una clase de enfrentarse al miedo por medio de imágenes sacadas de la imaginación, y a veces de experiencias reales, en retratos de doble espejo. La productora de terror Blumhouse, que tantos éxitos ha cosechado con películas de este talante (Múltiple, Déjame salir, Verdad o reto, El sótano de Ma...), entrega ahora su último trabajo, Fantasy Island, un film basado en una serie de tv emitida por la ABC entre 1977 y 1984 a lo largo de siete temporadas.
Esta vez, su puesta de largo a través de la pantalla grande es el toque terrorífico incisivo en un paraje más acorde con las esencias de un regalo o concurso, luminoso, atractivo, convencional. Su argumento nos presenta a un misterioso hombre llamado Sr. Roarke que, como por arte de magia, convierte en realidad los sueños de unos afortunado huéspedes, visitantes que, por la cantidad de mucho dinero, acuden a un lujoso resort de una isla tropical, lugar donde los deseos, las fantasías, se pueden convertir en estremecedoras pesadillas. Un deseo interesante, una oportunidad de realizar algo para cinco personas que quieren resarcirse y donde nada es lo que parece.
Una mujer que quiere venganza por el bullying que sufrió en su adolescencia, un hombre que deseaba ser soldado, dos hermanos con ganas de tener lujos en muchos sentidos, una mujer que desea volver con su pareja y tener una hija. Gracias a un concurso, estos vencedores podrán enmendar su ansía de rectificar o cambiar algunas cuestiones personales. Bajo los efluvios de una especie de vacaciones pagadas en la isla de la fantasía, Fantasy Island, con una banda sonora pasable e interpretaciones de bajo fuste, presenta un relato con ribetes de atracción de feria en verano, en unos diálogos ridículos pero muy divertidos de modo que parece más una comedia que un film de terror.
Si la expresión artística brilla por su ausencia... sobre un maratón sin sentido del rigor en el cine de terror... sobre momentos en los que brilla más el resort de cartón piedra... en modo inconsciente, persecuciones, apariciones, habitación del pánico... Fantasy Island termina ofreciendo el resultado de un film de clase Z, pero muy entretenida si te dejas llevar por esta fantasía en la que no aparecen castillos sustituidos por una isla con toda clase de lujos. Aunque sólo falta una lámpara maravillosa, esta pesadilla de sueño que es Fantasy Island se disfruta sin otras pretensiones en su línea onírica de aspirar a ser un pasatiempo de otra época.