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Crítica: "Te quiero, imbécil", por Paco España

Con este título no esperaba nada bueno, esperaba una comedia más, con escaso discurso y comicidad primaria, como viene siendo habitual en el último cine español. Pero, por fortuna, me equivoqué y, aunque no se trata de una maravilla de película, sí que es aprovechable y carece de esa sensación tan abominable de pérdida de tiempo que me ha asaltado viendo otros títulos recientes. Su directora, la barcelonesa Laura Mañá, no se había caracterizado por ser responsable de películas vacías, todas ellas tienen un interés que las hace, en menor o mayor medida, aprovechables, como es el caso de Sexo por compasión, Palabras encadenadas, Morir en San Hilario, La vida empieza hoy y los interesantes biopics de dos realizaciones para televisión sobre sendas mujeres muy relevantes: Clara Campoamor. La mujer olvidada, protagonizada por Elvira Mínguez, y Concepción Arenal. La visitadora de cárceles, protagonizada por Blanca Portillo.


Tras ocho años sin estrenar película, nos llega ahora Te quiero, imbécil, sobre la desorientación masculina, en un tiempo de rápidos y profundos cambios, donde la mujer está recobrando el protagonismo que se le venía usurpando durante siglos y esto afecta, de manera inevitable, a las formas de relación ente hombres y mujeres como demuestra la afirmación de un personaje masculino secundario -'Ahora no sabes lo que hacer, si cedes el paso una mujer eres un machista y si no lo haces un maleducado'-. Esta idea simplifica mucho el planteamiento, pero se puede decir que en esta desorientación se mueven los personajes de la película, especialmente su protagonista, Quim Gutiérrez (Azuloscurocasinegro, Ventajas de viaja en tren), que demuestra, una vez más, sus grandes dotes para la comedia, encargado de romper la cuarta pared y dirigirse frecuentemente al espectador, como si fuera su confidente.


Además está muy bien acompañado por la actriz española, residente en Londres, Natalia Tena (10.000 km, Amar), desarrollando un personaje que es todo energía y autenticidad y creando una química entre ambos de gran verosimilitud. También aparecen Alfonso Bassave (Estoy vivo), como el típico amigo 'machirulo', y Ernesto Alterio, como un youtuber realmente divertido. Como ya dije, la película no es excepcional, además resulta previsible en el camino y en la resolución, pero se ve con agrado y abandera un mensaje importante, que a pesar de los tiempos tan digitales y vertiginosos que nos toca vivir, lo mejor es buscar y mostrarse con autenticidad, lo único que hay que discernir es cuando y con quien.