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Crítica: "Doctor Sueño", por Javier Collantes

Las novelas del aclamado autor Stephen King han sido adaptadas al cine como innumerables éxitos comerciales, un salto del libro al lenguaje cinematográfico como resultado casi perfecto para un universo de terror, miedo, traumas y pesadillas en pantalla, un punto impactante de imaginación para una exposición en imágenes más allá de la lectura de sus novelas. Después de una gran película de terror psicológico y una de las grandes obras cinematográficas de la Historia del cine, El resplandor (1980), nos llega una secuela, Doctor Sueño, un film dirigido por Mike Flanagan a modo de homenaje sobre el imaginario de King y, a su vez, al gran cineasta Stanley Kubrick.


Sobre un encomiable el espíritu esencial en su principio, Doctor Sueño nos relata, trascurrido el tiempo después de El resplandor, la historia de un adulto, Danny Torrance, que vive atormentado por los sucesos acontecidos en tiempos pasados, cuando era un niño de cinco años. Ahora lucha por encontrar tranquilidad, paz consigo mismo, y domesticar su trauma. La aparición en su vida de una niña dotada con poderes extrasensoriales le llevará a una batalla con las fuerzas del mal, y juntos se enfrentarán a miedos y fantasmas en un combate liberador. A años luz de su original, el tratado cinematográfico actual cae por instantes en el ridículo más espantoso, resulta insustancial. Además, su banda sonora de alto volumen queda en entredicho y su imitación al score del film de Kubrick resulta patético. Ruido sin sentido, compases musicales para crear atmósferas secuenciales sin entonación.


El mal en modo vampírico, alimentándose del vapor en los vivos con ciertos poderes, los sueños, con alguna secuencia donde el personaje de Rose, la chistera y sus personajes, alguno vuela, existen libros, y, por momentos, un correcalles sin sentido. A pesar de dichos elementos, la película entretiene, salvándose el papel de la niña, y mostrando un papel e interpretación muy endeble de Ewan McGregor. Dirigida de modo correcta, pero careciendo de la fuerza que el film necesitaba y basada en golpes de efecto sin profundidad, Doctor Sueño se evapora enseguida, recordando que le falta intensidad en los pasillos laberínticos del Hotel Overlook, a pesar de que el sueño está detrás de un resplandor.