El denominado cine comercial posee infinidad de vértices, películas de pura evasión, títulos intrascendentes... historias creadas para entretenerse sin más siempre que las expectativas del espectador sean de estas características. Ahora, como un modo de poner en escena el retablo de acción, uno de los actores icónicos del séptimo arte -guste, entusiasme o simplemente no entre en los gustos de algún espectador-, Sylvester Stallone, con una carrera fílmica fulgurante repleta de películas emblemáticas de expectación casi inusitada como Rocky, Cobra, Evasión o victoria, Tango & Cash, la excelente F.I.S.T., Copland...
Y, por supuesto, las aventuras de Rambo, una de las grandes historias del veterano de la guerra de Vietnam curtido en batallas que, con su carga ideológica, presenta un peculiar instinto de supervivencia. Stallone, con una carrera cosechada con grandes éxitos comerciales y denostada por gran parte de la crítica cinematográfica, conforma una serie de valores fílmicos en cuanto a su manera de presentar sus películas y, en esta saga de Rambo, quizás pertenezca a otro tipo en lugares, acción y misiones, donde ni se vuela, ni asciende como si fueran dioses del Olimpo.
Con este criterio subjetivo, creo que sus películas son una esencia del llamado héroe humanista, que, con sus defectos, emite una cierta autenticidad. Sin entrar en la calidad cinematográfica, que posiblemente es menor, demuestra que no engaña a nadie, es trasparente y punto. Ahora, después de casi cuarenta años, Rambo: Last Blood, la quinta entrega del boina verde -rodada en España-, su última odisea (o no) dependiendo de los resultados en taquilla. Retirado en un rancho y luchando contra un trastorno de estrés postraumático mientras realizar pequeños trabajos, John Rambo descenderá de nuevo a los infiernos en busca de venganza al ser secuestrado un miembro de su familia por los cárteles de México.
Con un argumento muy visto, Rambo: Last Blood es puro entretenimiento, no aporta nada nuevo, pero consigue ser presentable con las escenas de acción. Sabiendo que no es una gran película, pero tampoco un bodrio, ofrece lo que se espera, sin adornos. Conservando la esencia del personaje, el paso del tiempo queda evidente en su protagonista y sus secuencias. Como valor destacado, su reparto, con Oscar Jaenada, Sergio Peris-Mencheta, Paz Vega, Joaquín Cosio... que entrega credibilidad a un film de clase B, sin pretensiones, pero fiel a su entramado. Rambo: Last Blood es un relato menor pero que cumple su misión, cine a la antigua usanza, de otros tiempos.