Gerardo Herrero, también productor junto con su pareja (la uruguaya Mariela Besuievsky) de Tornasol Films, decide, ocasionalmente, afrontar la tarea de la dirección en películas que produce. En ocasiones, el trabajo es aceptablemente bueno (como es el caso de Territorio Comanche, Las razones de mis amigos, Heroína, Los aires difíciles o La playa de lo ahogados), pero, en otras, la película resultante es de una calidad impropia para un cineasta de larga trayectoria (como Frontera Sur, Que parezca un accidente o El corredor nocturno), incorporándose El asesino de los caprichos en este último grupo con todo merecimiento.
¿Era necesario lanzar al mercado audiovisual español un producto tan mediocre y lleno de clichés o es simplemente un 'capricho'? Porque la película no aporta lo más mínimo, ni desde el punto de vista artístico, ni interpretativo, ni mucho menos desde otros puntos de vista de más enjundia y profundidad. Es la típica película de 'colegas', ambas policías, que tienen que trabajar juntas, siendo sus personalidades absolutamente opuestas, pero, en este caso, la originalidad reside en que ambas agentes son mujeres.
Eso si, una de ellas tiene un comportamientos y actitud masculina, al menos masculina en este tipo de películas, tanto la actitud con su colega como con sus jefes, con otros personajes... y su comportamiento sexual es de auténtico 'macho alfa'. Que el personaje sea mujer, e interpretado por Maribel Verdú, no cambia nada los estereotipos del género. Para hacer de contrapeso, el personaje de su compañera, interpretado por Aura Garrido (Stockholm, El ministerio del tiempo) tiene dos niños pequeños, que tiene que atender y darles de comer, entre llantos. Mientras tanto continúan hablando del caso en conversaciones a las que se incorpora el marido de esta última, interpretado por Antonio Velázquez (El ministerio del tiempo), creando unas secuencias totalmente ridículas y faltas de rigor en un guión con un mínimo de seriedad.
Incluso el siempre solvente Roberto Álamo (Que Dios nos perdone, La gran familia española) se las ve y se las desea para llevar a su personaje por un camino digno, con escaso éxito. También aparecen Daniel Grao (Julieta), Ginés García Millan (La verdad), Tamar Novas (Fariña) y la mítica Ruth Gabriel (Barrio Sésamo, Días contados), interpretando a una ficticia Presidenta de la Comunidad de Madrid. Es vergonzoso que la obra y el nombre del genio baturro, Don Francisco de Goya, se vea involucrado en una película tan mediocre como esta. Parece evidente que la labor de Gerardo Herrero como productor es mucho más fructífera, con títulos recientes como La noche de 12 años, El reino o la estupenda y arriesgada El hombre que mató a Don Quijote.