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Crítica: "Un hombre fiel", por Javier Collantes

La combinación de comedia y drama resulta, tanto en el cine como en la literatura, una explosión de sensaciones. En su segundo largometraje, Un hombre fiel, el actor y director Louis Garrel, también con trayectoria en el terreno del cortometraje, nos ofrece un ejemplo de esta síntesis secuencial para la pantalla grande.


Con estas apreciaciones subjetivas, Un hombre fiel, con un espléndido guión premiado en San Sebastián, se convierte en una historia romántica, entre el drama suave y la comedia ágil, sobre la vida en pareja, una composición narrativa construida a partir de un triángulo amoroso delicioso, intenso y libre.


Una mujer, Marianne, deja a Abel por Paul, su mejor amigo y padre del hijo que espera. Unos años más tarde, Paul fallece. Marianne vuelve con Abel, lo que provoca los celos de su hijo, y también se interpone Eva, la hermana de Paul, enamorada de Abel desde que era una niña. Vértices emocionales por trazar un polígono de sorpresas.


A través del humor y la intriga, con recuerdos al cine de Truffaut y diferencias respecto a la Nouvelle vague, Un hombre fiel condensa su argumento para entregar un montaje que recurre a la voz en off pero sin líneas impuestas, con una dirección magistral y aristas propias del thriller simpático.


Louis Garrel, Laetitia Casta, Lily-Rose Depp y Joseph Engel entregan sus capacidades para la construcción de un registro sensacional registro interpretativo colectivo, con especial atención al papel del niño. Cine modesto de placer sobresaliente, esencia auténtica y cercana, una pieza de orfebrería con un final apoteósico.