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Crítica: "Lo dejo cuando quiera", por Paco España

Lo dejo cuando quiera, que se ha convertido en el mejor estreno español en lo que va de año -superando incluso a Almodóvar-, está basada en la película italiana Smetto quando voglio, de 2014. Cuenta los avatares de tres desdichados licenciados universitarios que, tras esforzarse en acabar sus carreras, se encuentran en plena crisis, con muy pocas posibilidades de sacar sus vidas adelante con un mínimo de dignidad.


Uno separado y trabajando en la universidad con un sueldo y un jefe absolutamente míseros, otro dando clases particulares a una adolescente insufrible, y el otro en casa de sus padres acuciado por éstos y por su falta de perspectiva vital... hasta que, de forma casual, el primero descubre unas pastillas de novedosos efectos estupefacientes que, dado su nivel de ingresos, se plantean traficar con ellas.


Con un comienzo prometedor y momentos realmente cómicos, con influencias de Resacón en Las Vegas y las peripecias de Walter White -protagonista de la famosa serie de televisión Breaking Bad-, su director, Carlos Therón, responsable de Fuga de cerebros 2 y Es por tu bien -además de las series Olmos y Robles y la interesante Mira lo que has hecho, protagonizada por Berto Romero, al igual que el estimable cortometraje Talismán-, logra mantener un buen nivel de comedia.


Hasta que, con el paso de los minutos, se va apagando y se convierte en convencional y previsible, manteniéndose por la calidad y profesionalidad de todos los intérpretes. David Verdaguer (Verano 1993), el chanante Ernesto Sevilla y Carlos Santos (El hombre de las mil caras), los tres protagonistas, forman un grupo tan heterogéneo como eficaz.


Ernesto Alterio (Perfectos desconocidos), Cristina Castaño (La que se avecina), Miren Ibarguren (Arde Madrid), Pedro Casablanc (B.), Gracia Olayo (Superlópez), Luis Varela (Camera Café) y, Amaia Salamanca (Gran Hotel), el resto de actores y actrices de soporte, saben tener el acierto y la profesionalidad suficiente para mantener un cierto nivel y evitar el desmoronamiento definitivo.


Se trata de un producto para cine de Mediaset, Telecinco y Movistar, que tendrá éxito también en su estreno en plataformas televisivas y que, cuando se encienden las luces, deja un ligero buen sabor de boca por algunos momentos agradables, pero que carece del cualquier vocación de trascender. Aun así, mantiene un nivel de dignidad en su propuesta que no todos los títulos actuales pueden igualar.