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Crítica: "Taxi a Gibraltar", por Paco España

Parafraseando al crítico de cine profesional Carlos Boyero, 'me parecía una tontería, pues confirmado'. Exactamente así se podría definir esta película, que daba la impresión de tener poca sustancia y al final nos quedamos cortos, muy cortos. Lo que más me molesta de este tipo de propuestas son dos cosas: la primera, la escasa o nula capacidad de autocrítica sobre un producto que se pone en el mercado cinematográfico; y, la segunda, el poco o nulo respeto que se le profesa al sufrido/a espectador/a que paga sus euros en taquilla, pero sobre todo por los 95 minutos, más el trayecto de ida y vuelta  más de dos horas, de valioso tiempo que hace perder y, como dice el personaje protagonista de la última y estupenda película de Clint Eastwood, La mula, 'el dinero no puede pagar el tiempo, que es lo único que necesito'.


Un guión sin sentido reúne a dos personajes, interpretados por Dani Rovira y Joaquín Furriel, que no tienen nada en común, para buscar un pretendido tesoro en forma de barras de oro en los túneles que jalonan el peñón de Gibraltar. A este dúo se añade, mediado el metraje, un tercer personaje interpretado por Ingrid García-Jonsson que carece del más mínimo sentido argumental y que solamente está incluido para equilibrar el monopolio de testosterona inicial.


Pese a sus denodados esfuerzos, no puedo dejar de ver a Dani Rovira en todos sus personajes, en este caso en permanente cabreo, pero todos son él una y otra vez. Posiblemente esa sea la finalidad de su fichaje, ya que siempre es un buen reclamo para la taquilla. Joaquín Furriel es un valor bonaerense en alza, al que pudimos ver en El faro de las orcas y más recientemente en El árbol de la sangre. Ingrid García-Jonsson (Hermosa juventud, Ana de día) es un joven rostro que veremos con asiduidad ya que reúne todas las condiciones para llegar alto en la profesión.


Además nos encontramos en papeles de una sola secuencia a gente tan solvente como José Troncoso (Rojo amarillo rojo) y Mona Martínez (Ana de día), pero entre todos no pueden insuflar un poco de aire a la película que le permita remontar mínimamente el vuelo. Al frente de Taxi a Gibraltar se encuentra Alejo Flah (Sexo fácil, películas tristes), un director a poner en cuarentena hasta que demuestre, al menos, la misma pericia narrativa que ya hizo en el cortometraje Vivir de negro, un interesante trabajo que mezcla la corrupción en el arbitraje del fútbol español con una gotas de sadomasoquismo. Doce minutos mucho más sugerentes que los 95 de este largo.