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Lo mejor de 2017, por Paco España

Una vez más, de manera inexorable, los que nos dedicamos, de alguna manera, a hacer valoraciones de películas, nos encontramos ante la tesitura del ranking de las mejores del año. En esta ocasión, para 2017, he decidido hacer cinco clasificaciones diferentes: españolas, otras europeas, norteamericanas, latinoamericanas y asiáticas.


La mejor película española del año, en mi opinión, ha sido la catalana Verano 1993, de Carla Simón, reflejando duros sentimientos y desprovista de cualquier tipo de artificio. En segundo lugar estaría Incierta gloria, de Agustín Villalonga, otro maestro a la hora de reflejar los entresijos del comportamiento humano; y, en tercer lugar, Fe de etarras, de Borja Cobeaga, que continúa con su buena mano a la hora de describir distintos aspectos de ETA en clave de comedia.


Otras producciones nacionales destacadas son Pieles, de Eduardo Casanova; Brava, de Roser Aguilar; y Perfectos desconocidos, de Alex de la Iglesia. Entre las absolutas pérdidas del tiempo empleado en su visionado están Oro, de Agustín Díaz Yanes; El guardián invisible, de Fernando González Molina; y Operación Concha, de Antonio Cuadri.


Entre las películas norteamericanas del año, la más destacada me ha parecido Moonlight, de Barry Jenkins, ganadora del Oscar, una gran historia de sentimientos, homosexualidad y racismo en un personaje que necesita mostrarse duro para sobrevivir. La segunda, La ciudad de las estrellas. La, la, land, de Damian Chazelle, algo más que un musical con buenos números, una película con profundidad y emoción.


La tercera, el fabuloso documental I am not your negro, de Raoul Peck, sobre la vida de James Baldwin, activista por los derechos de los negros, homosexual y coetáneo de Martin Luther King y Malcolm X. Murió en su cama por enfermedad, algo infrecuente dada su dedicación. También cabe destacar Manchester frente al mar, de Kenneth Lonergan, intensísimo drama respaldado por grandes interpretaciones, y Déjame salir, de Jordan Peele, gran ejemplo de calidad de un thriller fantástico.


Entre los fiascos norteamericanos se encuentran varias secuelas, precuelas y demás cuya única finalidad es la de hacer importantes recaudaciones a costa de los fieles seguidores de los originales y genuinos, títulos como Alien Covenant, de Ridley Scott; Blade Runner 2049, de Denis Villeneuve; y Star Wars: Los últimos Jedi, de Rian Jonson.


Entre las películas del resto de Europa, la mejor me ha parecido la húngara En cuerpo y alma, de Ildiko Enyedi, una relación sentimental entre dos personajes discapacitados llena de poesía y sensibilidad. La segunda es la belga La chica desconocida, de los hermanos Dardenne, una historia sobre la culpa, llena de humanidad y compromiso social, como es habitual de estos directores.


La tercera es Toni Erdmann, de Maren Ade, una comedia alemana. Sí, has leído bien, comedia y alemana en la misma frase, conceptos que parecen antagónicos se fusionan en esta película. También cabe destacar en este apartado la suiza La vida de Calabacín, de Claude Barras, una estupenda y corta película de animación con grandes valores humanos.


Entre las películas latinoamericanas se encuentra un espléndido título a caballo entre 2016 y 2017, El ciudadano ilustre, de Mariano Cohn y Gastón Duprat, una de las mejores películas latinas desde El club, de Pablo Larraín. Dentro de las estrenadas propiamente en el año destaca la chilena Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio, una lucha a brazo partido por la dignidad y autoafirmación personal.


En segundo lugar, la mejicana Las hijas de Abril, de Michel Franco, con una inconmensurable Emma Suárez que nos muestra un tipo de madre de difícil definición. En tercer lugar, la colombiana La mujer del animal, de Víctor Gaviria, una historia de extrema violencia y supervivencia en una pseudo-relación romántica. También merece destacarse la brasileña Aquarius (Doña Clara), de Kleber Mendonça Filho, con una inmensa Sonia Braga que defiende un personaje repleto de obstinación en la búsqueda de la dignidad propia y de su hogar.


En el último apartado, el de películas asiáticas, en primer lugar se encuentra la iraní El viajante, de Asghar Farhadi. De nuevo este director da una lección con esta película entre la obra teatral Muerte de un viajante, de Arthur Miller, y una historia de venganza por agresión. En segundo lugar está la coreana Train to Busan, de Yeong Shang-ho, una estupenda película de zombis con un estupendo planteamiento paterno filial. La tercera es la japonesa La tortuga roja, de Michael Dudok de Wit, animación de fantasía sobre la familia y la aventura llena de poesía y humanidad.