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Crítica: "American Assassin", por Pelayo López

Con varios referentes más longevos y de reputación contrastada demasiado cercanos, American Assassin hace los honores con una carta de presentación dinámica y entretenida, condimentos indispensables para cualquier ensalada de acción que se precie. Sobre un exitoso recorrido literario firmado por Vince Flynn, lo que posibilita nuevas entregas y la hermana con otros títulos del género, este thriller de espionaje dirigido por Michael Cuesta cumple el expediente.


Emparentado con sagas precedentes como las protagonizadas por el 'eterno' James Bond, de la que toma prestada una secuencia inicial en modo 'player' que resiste como uno de los principales alicientes del metraje final, y el 'reciente' Jason Bourne, en este caso se sustituye la amnesia reversible por una sed de venganza en toda regla, Mitch Rapp toma el testigo manteniendo el ritmo a base de escenas cuerpo a cuerpo resistentes y la virtud ejemplar de una sangre que salpica la cámara.


Aunque tanto en Matar al mensajero como en American Assassin se plantea una carga psicológica, Cuesta atinaba más en la historia del reportero que en la del (no) patriota enfrentado con el mundo en su intento de hacer valer su justicia poética con los yihadistas. Sí acierta en desdoblar el metraje, planteando un primer tercio y dos segundas partes de intercambio de roles de cazador cazado cuya bisagra es el paso por una 'granja' de la CIA reseteada entre una piara de servicios secretos.


Dylan Marea negra O'Brien y Taylor El último superviviente Kitsch rivalizan en artes marciales con poco margen para otra cosa más que para mostrar su lado rocoso, Michael Keaton sigue haciendo de mentor -dejando de lado a los periodistas de Spotlight y centrándose ahora en los agentes operativos-, y Shiva Negar bien podría ser (por su parecido físico) la hermana de La momia Sofia Boutella. Al final, no irrumpe el Séptimo de Caballería, de hecho más bien se sale al rescate de la Sexta Flota...