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Crítica: "La sal de la tierra", por Alvaro Fernández

Acompañando a la exposición Génesis, de Sebastião Salgado, que ha podido verse en la Plaza Porticada de Santander del 15 de junio al 16 de julio, se proyectó el documental La sal de la tierra, realizado por Wim Wenders y el hijo de Sebastião, Juliano. Este documental no es un accesorio a la exposición, sino que es una obra interesante por méritos propios. 


La película repasa la vida, obra y viajes del fotógrafo Sebastião Salgado, que, cámara en mano, ha sido testigo de algunos de los acontecimientos más relevantes y terribles de la segunda mitad del siglo XX. 

La coautoría del documental deriva en dos puntos de vista, que ven a Salgado de dos formas distintas. Por un lado, su hijo, Juliano, que explora la relación paternofilial y descubre al fotógrafo y aventurero, no al padre que conocía hasta entonces. En el otro lado tenemos a Wenders, que, conocedor y admirador de la obra de Sebastião, intenta conocer a la persona que se oculta tras la figura del fotógrafo.

Todo ello intercalado con la narración del propio Salgado. Mediante el análisis de algunas de sus fotografías cuenta anécdotas e historias sobre sus viajes, que se integran en un relato sobre su vida, narrado por Wenders. 

Por tanto, tenemos, por un lado, a los autores que tratan de descubrir cómo es Sebastião –cada uno desde su punto de vista–, y, por otro, al propio fotógrafo rememorando su vida y su obra. A su vez, tenemos una división del documental en dos grandes bloques temáticos –y cronológicos–: su trabajo hasta la fecha, antes de Génesis, y el proyecto Génesis propiamente dicho, acompañado por su labor en el instituto Terra. 

Estilísticamente, el documental combina imágenes de los viajes de Salgado –bien documentado con sus fotografías–, breves entrevistas y a Sebastião comentando sus fotografías, en planos que muestran las fotografía y a él mismo fundido en ellas. Visualmente hay también dos puntos de vista: el del fotógrafo –en blanco y negro – y el de los directores –en color–.


Génesis es una carta de amor al planeta Tierra, fotografiando las partes que siguen vírgenes, la naturaleza en su estado más puro. A diferencia de sus otros proyectos, el ser humano deja de ser protagonista para verse envuelto en el hábitat como un animal más que lucha por sobrevivir. La naturaleza aparece entonces como salida a la aparente maldad del ser humano  –la sal de la tierra–.

Este documental –bien encajado en la filmografía de Wenders– es un viaje. El viaje como metáfora de la vida de Salgado, pero también literal acompañándolo en la realización de sus proyectos. Un viaje para descubrir a un fotógrafo, a un padre, a un ser humano. Un viaje que acaba no sólo en la reforestación de una selva atlántica en Brasil, sino en la recuperación de una persona fatigada por la experiencia. El ser humano es capaz de hacer un gran daño, pero también es capaz de repararlo.