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Crítica: "Silencio", por Javier Collantes

De un extraordinario director como es Martin Scorsese, las expectativas en sus trabajos son muchas. Siempre se espera, en cada film, una nueva obra maestra. Después de títulos emblemáticos en su magistral filmografía como "Uno de los nuestros", "Malas calles", "Casino", "Gangs of New York", "Taxi Driver", "Toro salvaje", "La última tentación de Cristo"... Scorsese nos ofrece una muestra de historia sobre la redención, que se ajusta a los cánones de alguna zona de sus diversas películas.


Tonos humanistas, otros religiosos, coherentes con su personalidad, mostrando su lado más espiritual y menos terrenal. Ahora nos conduce a un relato sobre dos jesuitas que, a mitad del siglo XVII, se embarcan en un viaje al Japón feudal en busca de su mentor, que ha renunciado al catolicismo, en un país donde el budismo se enfrenta  a los católicos nipones. Un conflicto de violencia e imposición en un lugar determinado, donde ni unos ni otros llegan a un acuerdo respetuoso. 


Clandestinidad, opresión, huidas, vida y muerte sobre creencias religiosas son el leitmotiv de una película realizada desde perspectivas con amplitud de miras. Con un ángulo religioso, por momentos respetuoso, en otros subjetivo, desde una creencia. A modo de historia religiosa y combativa, nos encontramos con una 'misión' diferente, en la memoria de, salvando distancias, "El corazón de las tinieblas", de Joseph  Conrad, y "Apocalipsis Now". Una búsqueda de alguien que ha cambiado sus ideas, ya sean humanistas, religiosas o de otras cuestiones.


Un viaje de dos personas hacia un 'cambio', una renuncia hacia 'algo'. Saber, averiguar. Con estos mimbres, el relato se convierte en una odisea, expuesta con clase, aunque quizás con un exceso en su metraje. A pesar de dicha circunstancia, "Silencio", sin ser la mejor muestra fílmica de Scorsese, es una notable película. Su realización, fotografía, puesta en escena y reparto compone una obra con el mundo atávico en su argumento, una película con poder.


Realizada a conciencia, los valores narrativos, incluso en sus descensos, constituyen cine de categoría, de un maestro, más religioso que terrenal, menos violento que en otras producciones pero con un peso específico en sus historias. La coherencia entre sus ideas y su puesta en imágenes, su 'silencio' habla, trasmite y, sobre todo, ofrece cine de primer nivel. En su esencia, con virtudes y defectos, una demostración de que su talento permanece intacto.