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Crítica: "Las furias", por Paco España

Cuando Cronos, hijo de Urano, Señor del Cielo, le cortó los testículos a éste con una hoz y su sangre cayera sobre el seno de Gea, la Madre Tierra, la unión produjo el nacimiento de Tisífone, Alecto y Megera, las tres furias: cabeza de perro, alas de murciélago y serpientes en lugar de cabellos. Esta es la explicación mitológica que se da cuando, en el seno familiar, una persona sufre una enajenación de tan difícil explicación que es necesario recurrir a la influencia de fuerzas sobrenaturales. Sin la familia no podríamos existir. Su existencia nos hace desgraciados y genera los episodios más dramáticos de nuestras vidas. A cambio, nos proporciona unos breves y escasos destellos de felicidad absoluta que nos engancha hasta el final de nuestra existencia. 


A pesar de que las furias hayan entrado en escena en muchas ocasiones -por temas sentimentales, económicos o cenas de Nochevieja-, la familia representa lo más primitivo y arcaico de nuestra existencia individual y, como tal, lo defendemos. Miguel del Arco es un prestigioso director teatral que firma su primera incursión  cinematográfica con "Las furias". Rodada en su mayor parte en Cantabria, en la costa de Piélagos, nos muestra a la familia Ponte Alegre reunida en su casa de la costa, alarmada por la reciente noticia, por parte de la matriarca, de venderla. Allí se reúnen dos abuelos, dos hijos, una hija y una nieta, y las parejas de tres de ellos, además de una concejala embarazada, para celebrar una ceremonia nupcial civil. Este es el caldo de cultivo idóneo para la aparición de las furias con todo su poder. 


Curiosamente, dos personajes, el más viejo -el abuelo- y la más joven -la nieta-, aquejados respectivamente de Alzheimer y de episodios psicóticos desesperados, son los que ponen el toque de cordura, mientras que los demás luchan con sus fobias, su pasado y sus rencillas. Un maravilloso texto del mismo Miguel del Arco y una colección de interpretaciones del más alto nivel -José Sacristán, Mercedes Sampietro, Bárbara Lennie, Carmen Machi, Emma Suárez, Alberto San Juan, Elisabet Gelabert, Raúl Prieto, Gonzalo de Castro, Pere Arquillué, Macarena Sanz-, ¡difícil ver tanto talento en el mismo título!, crean una película de gran humanidad, tanto venerable como despreciable, con unos diálogos y situaciones que hacen cortas las mas de dos horas de duración. 


Solamente el cúmulo se trepidantes situaciones que se producen al final resultan desbocadas y se distancian de la contención que luce en todo el metraje anterior. La casi exclusiva formación teatral del director se hace evidente en la poca pericia en el uso del lenguaje cinematográfico, muy plano en varias ocasiones, con uso de cámara sin personalidad, sacando poco partido fotográfico a las imágenes y con unas deficiencias en sonido bastante apreciables. Aún con todo, estamos ante uno de los guiones más complejos e interesantes de la temporada.