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Crítica: "Aliados", por Pelayo López

La nueva película de Robert Zemeckis, responsable de títulos impactantes visualmente como "El desafío" o emocionalmente como "El vuelo", tiene todos los ingredientes necesarios para establecer una comunicación íntima con el espectador: en primer lugar, invoca el espíritu de "Casablanca" como nido de espionaje en la II Guerra Mundial y lo convierte en marco escénico la primera parte de la película; en segundo lugar, presenta a una pareja de personajes marcados por un romance transgresor y el destino por bandera; y, finalmente, todo el argumento se construye sobre el peso de la sombra de una sospecha... acartonada.


Brad Pitt, un tanto mecánico y rudimentario en gestos y movimientos, es un oficial de inteligencia británico y Marion Cotillard, dama poliédrica en sus composiciones e insinuaciones interpretativas, una integrante de la resistencia francesa que coinciden en un operativo en el norte de África y, a pesar de los condicionantes propios y extraños, se enamoran y traspasan el límite de sus propias fronteras incluso siendo padres. Al establecerse en Londres, y fruto del mismo conflicto bélico, la duda razonable sobre la posible identidad doble de ella le situará a él frente a una investigación militar de consecuencias inesperadas.


Al igual que ocurría en otros títulos de su cinematografía, como "Náufrago" o "Forrest Gump", Zemeckis demuestra destreza y habilidad, oficio en definitiva, como cineasta. Además de unos movimientos de cámara identitarios, envolventes en unos casos y de profundidad de campo en otros, la característica principal tanto de aquellas como de "Aliados" ahora es, sin embargo, su distanciamiento emocional, una aproximación tibia para una narración esquiva y, por momentos incluso, alejada del tono de dramatismo que manifiesta en su conjunto. Por no hablar del epílogo final que lastra el acertado y coherente desenlace.


De las confluencias con "Resplandor en la oscuridad" a los parentescos lejanos con las tramas de agentes dobles de Hitchcock, pasando por un look que pueda recordar en secuencias panorámicas y paisajísticas a "El paciente inglés"... Pero, sobre todo, la principal referencia por coincidencias narrativas y de protagonistas es "Malditos bastardos". Aún así, y más allá de la construcción de un personaje que Pitt lograba de manera exultante en la película de Tarantino, Zemeckis, pese a algún destello puntual y muy breve, no consigue transmitir tensión alguna. Un cigarrillo y los sentimientos, no sólo la violencia redunda en intensidad.