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Crítica: "No respires", por Jesús Caro

Con una historia aparentemente simple en su planteamiento, el nuevo trabajo del realizador Fede Alvarez ("Posesión infernal") goza de muchas sorpresas y detalles que la distinguen del resto de largometrajes actuales del género por tener un ritmo muy equilibrado en su narración, cuyo tempo va en aumento, y ser un efectivo ejercicio de tensión y suspense.


Tres jóvenes entran en la casa de un solitario ciego con la intención de robarle una gran cantidad de dinero, pero todo se tuerce al pillarles 'con las manos en la masa'. Las tornas pronto se invierten convirtiendo a la 'victima' en verdugo y ejecutor. El film es un relato perturbador, que contiene más de un giro en su guión y se esmera en mantener el elemento sorpresa, en enfatizar la lucha de supervivencia por parte de los ladrones atrapados en una casa que toma la suficiente entidad como para ser un personaje más y mostrada con gran detalle estilístico.


Fede Alvarez no sólo demuestra tener un gran poder visual sino que juega muy bien con las emociones del espectador al presentar a todos los personajes con sus luces y sombras (no solo la del 'malo' de la película, un excelente Stephen Lang en el papel de un psicópata de esos que dan absoluto miedo) que realizan acciones inmorales y delictivas pero con un trasfondo creíble, que consiguen entablar una conexión con el espectador y transmitir toda la tensión y claustrofobia propias de una situación límite y mortal.


La apuesta por un terror lleno de suspense, con un considerable ahorro en sangre, que se aleja de lo sobrenatural para enfatizar en emociones primarias y sobresaltos propios de este tipo de films es satisfactoria al conseguir mantener enganchado al espectador a la butaca.