Desde su proyección en el Festival de San Sebastián, hace casi un año, tenía verdaderos deseos de ver esta película que tanta polémica arrastra y tan negativas opiniones cosecha. Tanto su director Imanol Uribe como sus protagonistas Elena Anaya y Eduard Fernández, todos ganadores de Premios Goya, no pueden ser calificados de principiantes ni caracterizarse por la mala calidad de sus trabajos.
Bien es cierto que algunos temas que toca el cine español padecen del llamado síndrome de "La pelota vasca", es decir, opino muy negativamente de la película aunque no la he visto -no me hace falta-. Eso que vulgarmente se llama prejuicio y que tiene siempre un denominador común: su injusticia. El cine español no ha tocado demasiadas veces un tema tan importante para esta sociedad como el terrorismo de ETA y, curiosamente, este director hace aquí su cuarto acercamiento tras "El proceso de Burgos", "La muerte de Mikel" y "Días contados".
Si éste último título puede considerarse el cenit de su carrera, sin ninguna duda le sigue muy de cerca "Lejos del mar", un notable ejercicio cinematográfico y un sobresaliente ejercicio cicatrizante. La película plantea enormes dilemas morales -¿se puede llegar a tener una vida normal tras infringir la enorme violencia de un asesinato?, ¿sirven 27 años para que tanto las víctimas como los verdugos encuentren la paz que el descerrajar de aquel disparo les quitó?– y, aunque pueda parecer abierto, ese final duro y seco no lo es tanto y da una contestación muy clara a estas preguntas.
Aún con todo este dilema a cuestas, "Lejos del mar" supone una catarsis necesaria para cauterizar unas heridas muy profundas, pero que necesitan ser curadas para evitar que la gangrena conquiste el territorio. Algo similar a lo que pretende la ley de la memoria histórica a pesar de los obstáculos que se ponen y del incumplimiento sistemático de la misma. Otros títulos interesantes se han acercado a la interpretación del comportamiento humano en situaciones similares, tal es el caso de "El hijo", de los hermanos Dardenne, la danesa "Stockholm east" o la dirigida por Sean Penn y protagonizada por Jack Nicholson "Cruzando la oscuridad".
También Rodrigo, un amigo que vio conmigo esta película, hizo una interesante reflexión: le había recordado la reciente producción argentina "Paulina", porque cada receptor de un episodio de violencia, violación en este caso, lo procesa y reacciona de manera diferente y muchas veces esa reacción es incomprendida y provoca la estupefacción de los más allegados. Lo mismo que ocurre con el personaje de Elena Anaya cuando contacta con el asesino de su padre.