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Crítica: "El hombre de las mil caras", por Paco España

Esta película, incluida en la sección oficial del Festival de San Sebastián, es una de las más esperadas de la temporada, entre otros motivos por suponer la nueva propuesta del director de la multipremiada (y excesivamente valorada) "La isla mínima". En esta ocasión, se trata del acercamiento al episodio, que muchos recordamos, sobre la búsqueda del director de la Guardia Civil, Luis Roldán, con la intervención del maquiavélico conseguidor del Gobierno español, Francisco Paesa.


Cuando sucedían los hechos anteriormente citados, la búsqueda de Luis Roldán, que era visto por cualquier rincón del planeta cuando en realidad de trataba de otra persona con sus misma características físicas -ABB, es decir, Alopécico, Barbudo y Barrigón-, a la mayoría de los ciudadanos de a pie nos importaba un auténtico rábano dónde estaba este personaje. Lo realmente preocupante era la gran cantidad de recursos económicos de los contribuyentes que se utilizaban en dicha búsqueda. 


Recordamos aquellas fotos, en una publicación de mucha tirada, del susodicho en calzoncillos con unas prostitutas en la habitación de un hotel. ¡Qué desagradable!. El último proyecto de Alberto Rodríguez y su equipo, que comenzó en 2012 y acaba de ver la luz en San Sebastián, cuenta con su pericia (y parte de efectismo) habitual en la factura técnica, con la dificultad añadida de estar rodada al 90% en interiores y un plantel de intérpretes excelentes, del que casi siempre sabe rodearse. 


Pero el guión, como ya ocurría en anteriores trabajos suyos, no hace cuajar la historia, que se hace roma y carente de interés según pasan los minutos y con poco acierto en el desenlace. Los esfuerzos interpretativos de José Coronado, Carlos Santos, Marta Etura y sobre todo -el seguro de vida- Eduard Fernández interpretando al irónico y ambicioso Paesa, no son suficientes para hacer de esta película una mínimamente acertada radiografía de la corrupción en España a finales de los 90. 


El trabajo de Luis Callejo, magnífico en "Tarde para la ira", interpretando al ministro Juan Alberto Belloch produce una extraña mezcla entre risa, pena y rubor. Ante la cuestión sobre si esta película puede interesar a la gente joven, su director, sin cortarse un ápice, afirma, que tal y como interesó en su día "Argo", de Ben Affleck, también puede hacerlo "El hombre de las mil caras". De ilusión también se vive.