Mimbres de oro para un cesto de plomo. Pocas películas patrias cuentan con un reparto de tanta calidad como el de ésta: Blanca Portillo, Antonio Dechent, José Coronado, Nausicaa Bonnín, Vicente Romero, Macarena Gómez, José María Pou, Ramón Fontseré... Ahí es nada. A nivel interpretativo se podría obtener lo que se quisiera, pero lo que se obtiene es una esforzada sucesión de trabajos sin apenas credibilidad. El único personaje que me creo, sin ser muy exigente, es el de la embarazada y vulnerable Macarena Gómez.
Los temas que toca esta película son: secuestro -claro está-, malversación de fondos, corrupción de fiscales, cuerpos de seguridad y abogados, peleas clandestinas de perros, bullying y acoso escolar, discapacidad infantil... y algunas otras que ya no soy capaz de recordar. Todas ellas metidas en una gran coctelera y agitadas convenientemente para obtener unos de los tragos más amargos que se pueden saborear en una sala de cine.
El propósito era crear un thriller al estilo USA, con una planificación visual muy pulcra -que sí la tiene-, pero todo ello naufraga presa de un guión absolutamente deslavazado, con líneas de diálogo absurdas y siempre en el estereotipo, que no acierta en ningún momento a conectar las diferente líneas argumentales y que cae en el ridículo en varios momentos del metraje, que presuntamente debieran ser dramáticos y que terminan siendo bastante cómicos.
Lo peor del caso es que la directora de esta película, conocida por algún episodio de "Abuela de verano", se la toma en serio. Si al menos no fuera así, y se lo hubiera tomado como una parodia del género, tendría un pase, pero nada de eso. Me resulta francamente molesto sentarme en una sala de cine para ver algo que no contempla al espectador como un ser inteligente. Y pensar que me he perdido el partido España-Australia de baloncesto por la medalla de bronce en la Olimpiada de Río para ver esta pseudo-película... me pone enfermo.