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Crítica: "Dos buenos tipos", por Pelayo López

Ryan Gosling y Russell Crowe toman el relevo de "Tango y Cash", y de otras muchas protagónicas en títulos de género 'colegueo' o 'buddy movie' para hacer una confluencia en sus pesquisas paralelas sobre un asesinato y una desaparición en torno a las industrias automovilística y pornográfica. ¡Parece mentira que esta película esté ambientada hace cuarenta años!... porque hoy en día podría darse un caso similar a tenor de la rabiosa actualidad.


A pesar de la notable irregularidad en lo que al desarrollo de la trama se refiere -no en vano la investigación se va esclareciendo cual carambola rocambolesca y no precisamente por el acierto de esta atípica pareja-, el déficit de atención se suple con las puntuales y episódicas cotas de acción de esta pareja y, sobre todo, con la consolidación y salvaguarda de un humor propio 'slapstick' tan hilarante como desconcertante.


El uso continuado de este 'arma letal' de 'risificación' masiva cuaja, principalmente y más allá de situaciones que lindan lo esperpéntico y vecinas 'rompetechos' instigadoras, por la complicidad extrema entre la pareja protagonista. Mientras Crowe es el rudo con intenciones, Gosling deleita con un repertorio de gags salidos de la factoría de José Mota que culmina con un gesto de heroicidad extrema e inmortal en plan 'el gran héroe americano'.


La estabilidad de la relación de esta pareja, aunque parezca mentira, se sustenta en el tercer vértice y auténtico cerebro de esta familia homoparental: la hija de Gosling, que tan pronto manifiesta su deseo de dar una paliza a su 'amiga' como le toca la fibra sensible a Crowe para que se ablande y no mate a un asesino a sueldo. ¡Por no hablar de su necesidad de tomarse una copa entre percance y percance! 


Tipografía, vestuario, música, el look del cine dentro del cine... estos elementos condicionan la atmósfera de la época, aunque se echa en falta un filtro homogéneo para afianzar este revival. Ante la mirada corrupta de una justicia encarnada por Kim Basinger y el fantasma omnipres(id)encial de Nixon, Shane Black tira de oficio entre las ferias de "Iron Man" y el desmadre psicodélico de "Kiss kiss Bang bang"... Gosling y Crowe se zumban el abejorro y abren fuego sobre Mystic Mountains...