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Crítica: "Lobos sucios", por Paco España

Este largometraje, en la práctica, se puede considerar un debut en la dirección, ya que su realizador, Simón Casal, solamente tiene con anterioridad un título para televisión titulado "Eduardo Barreiros, el Henry Ford español". "Lobos sucios" plantea un hecho histórico muy interesante: la extracción de wolframio que se realizaba en el norte de España, para enviarlo a Alemania, durante la II Guerra Mundial, y poco después de terminar la Guerra Civil española. 


Este material era fundamental para la fabricación de proyectiles y carros de combate, lo que hacía su uso estratégico y vital para ese país. En muchos casos, las extracciones eran directamente dirigidas por los propios miembros de la Gestapo (policía secreta del estado alemán). Esta ópera prima está inspirada en personajes reales que, de una manera considerablemente libre, adapta esta película. Al inicio de la misma se suceden los hechos a velocidad vertiginosa, lo que da un ritmo trepidante a la narración. 


El trabajo de sus dos actrices principales -la angelical Manuel Velles ("Secuestrados", "Camino") y la multipremiada Marian Alvarez ("La herida", "Lo mejor de mí")- lleva el protagonismo de la narración y sus personajes son los que determinan cómo y hacia dónde se va desarrollando la historia, especialmente en el caso de Marian Alvarez, que se está convirtiendo en una de la actrices con más calidad y peso específico del cine español. 


Pero llega un momento en el que ese ritmo decae y al guión se le empiezan a ver las costuras, puesto que las cosas no suceden porque su construcción dirija los acontecimientos sino porque, según las convenciones mil vistas en el cine, las cosas tienen que ocurrir así. Tal es el caso del enfrentamiento entre los dos protagonistas masculinos, el cabecilla de la Gestapo y el preso del régimen, enviado a la mina para trabajar en la extracción, en el que se ve con antelación que la disposición de los personajes terminará en la confrontación y así sucede.


La historia de las presuntas percepciones extrasensoriales que tiene la protagonista, y su extraña relación con un bosque cercano y con sus cánidos habitantes, resulta poco verosímil y mal expuesta. Aunque, precisamente, esta relación tan especial tiene mucha relevancia en la resolución de la película. Desde un punto de vista estético, no se le puede hacer ningún reproche; y, desde una perspectiva didáctica, resulta muy interesante conocer un episodio de nuestra historia muy poco conocido. Sin embargo, al levantarte de la butaca te queda la sensación de haber desaprovechado la ocasión para haber visto una película mucho más interesante.