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Crítica: "Agente contrainteligente", por Jesús Caro

Para el espectador ávido de visionar una comedia amable, de humor blanco y sin dobles intenciones, que rememore sensaciones nostálgicas de juventud, "Agente contrainteligente" no es, desde luego, su película. La última incursión cinematográfica del humorista (y solvente actor en registros más dramáticos) Sacha Baron Cohen, protagonista y co-guionista, es una parodia de las películas de espionaje: claras referencias a James Bond o Jason Bourne, la estética en las escenas de acción -en la línea del propio Paul Greengrass-, la premisa del personaje de Mark Strong -hermanísimo que ha sepultado en su memoria recuerdos traumáticos de su infancia-...


Con una pareja antagonista de lo más peculiar -un descerebrado fanático del futbol de lo más gamberro y un agente del MI6 letalmente duro y profesionalmente serio- y su constante choque de caracteres, "Agente contrainteligente" es una cinta que se desarrolla en torno a una previsible trama de espionaje, aderezada con imponentes gags humorísticos, y las consiguientes escenas de acción, en muchos casos de primer nivel (las secuencias en primera persona de la cámara cual videojuego son impresionantes utilizadas también en momentos humorísticos) gracias a la buena mano del realizador Louis Leterrier ("Furia De Titanes", "El Increible Hulk").


El humor del film es salvaje, duro, soez, políticamente incorrecto, ridículo y hasta repulsivo en más de un momento, pero tremendamente tronchante. Lógicamente, no se trata de un humor apto para todos los paladares pero, eso sí, la agilidad del protagonista para sacar punta a cualquier situación o encadenar un ritmo ágil a la sucesión de momentos delirantes y cómicos es encomiable. Esta propuesta esconde, como en casi todo el cine de su protagonista, una crítica al conservadurismo político y al elitismo que favorece las grandes diferencias económicas entre clases sociales.


En apenas 83 minutos de duración, l@s que busquen humor repulsivo, innumerables referencias sexuales y/o anales, situaciones burdas y absurdas (en especial la secuencia de los elefantes que sí, va a ser difícil de superar) así como de las burradas marca de la casa de Sacha Baron Cohen, "Agente contrainteligente" es su película, muestra de humor y sinvergonzonería.