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Crítica: "Los Vengadores: la era de Ultrón", por Pelayo López

¡Tranquila, peña!. ¡Non ti preocupare!. En esta nueva aventura, el peculiar gruppetto de dioses, superhéroes y superhombres (spoiler) logra salvar Sokovia. Aquí empieza la historia... ¡y aquí termina!. Me refiero a geográficamente, por supuesto. De por medio, las casi dos horas y media de metraje esconden mucho más de lo que quizás pueda apreciarse si no utilizamos una visión más perfeccionada. Igual que no me parece nada acertada la difusión mediática sobre la estructura orgánica del universo Marvel y su futuro calendario de estrenos -algo que puede funcionar artísticamente a nivel interno pero que de puertas hacia afuera se envenena cual gallina estratega ponedora comercial-, celebro y aplaudo el relleno transicional de la franquicia vistiéndose de camuflaje televisivo con la serie "Agentes de Shield". 


Las teselas de celuloide y las de 625 líneas encajan a la perfección en narrativa, personajes y elementos... básicamente enlazando de manera concatenada en la primera secuencia. La nueva y radiante puesta de largo de estos malditos bastardos, incluida en esta presentación de los acontecimientos venideros, resulta portentosa visualmente y, al mismo tiempo, una declaración de intenciones en toda regla. La misma espectacularidad se reproduce, cual fecundación in vitro, en los restantes 3 capítulos de acción. Sin embargo, mientras el siguiente episodio mantiene el nivel por tratarse de un face to face solo que en el cuadrilátero urbano de las calles de New York, los dos finales pierden toda por la desquiciante desmesura en credibilidad y, fundamentalmente, en duración. No por alardear ni tenerla más larga se es más macho man. 


De hecho, precisamente, este farolear propicia una de las escenas más divertidas, sino la más risible en el buen sentido de la palabra. La prueba de "Excalibur" con la maza de Thor. Hay que recordar que, precisamente, uno de los elementos más interesantes de esta franquicia es el toque de humor y las puyitas continuadas de ida y vuelta entre tod@s ell@s. ¡Y que no lo pierda!. Lo mejor, como decía, entre golpe y golpe. Hombre de hojalata y duende verde, en su condición de científicos e investigadores, desatan la amenaza de Ultrón, una inteligencia artificial que se expande, entre otras muchas formas, cibernéticamente. Afortunadamente, el backup de los prototipos Stark evolucionará a un 3.0 y todo resuelto. Antes, el carácter oscurantista inculcado a los nuevos Batman o Superman resplandece, en este caso, de una manera más cromática. 


No obstante, las luces y las sombras colisionan y se fusionan en y entre ambos. He aquí la clave. La doble condición del ser humano a flor de piel verde o bajo armaduras de metales interplanetarios. La necesidad del lucimiento frente a la convicción del ostracismo. La identidad individual y colectiva, disyuntiva personal y tesitura conjunta. Viuda Negra y Ojo de Halcón poniendo el acento de carne y hueso: ella derrochando amor y él descubriendo su faceta familiar, reducto 'la casa de la pradera'. Capitán América jugando con su escudo boomerang y Thor con su martillo dándose baños alucinógenos: Gollum también se ha dejado caer por estos lares. Y todo ello por la irrupción de dos nuevos fichajes, primero enemigos y luego aliados. En su condición antagónica, ella saca a flote recuerdos y miedos ancestrales y olvidados, él desquicia por su frenética marcha. Ella volverá, él se sacrificará. No es "El caballero oscuro" y tampoco "Transformers". ¡Esperemos no lamentar la despedida de Joss Whedom de los mandos de este Quinjet!.