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Crítica: "Blade Runner", por Javier Collantes

Ahora podemos volver a soñar en neón gracias a "Blade Runner", más bien a una nueva reposición de un gran clásico del cine dirigido por Ridley Scott, una película de ciencia ficción del año 1982 repuesta con el nuevo montaje del director en 2.007 y que ahora, de nuevo en 2.015, vuelve a visitar las salas de cine. Un relato de Philip K. Dick: "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?". En una ciudad de neón, Los Angeles año 2019, se desarrolla una historia de seres humanos y replicantes.


Una rebelión entre replicantes y fabricantes, un ex-policía experto, Nexus 6... Una historia que contiene todas las intensidades de una película grandiosa en todos sus elementos: una fotografía iluminada de sueños escondidos, una historia romántica entre seres destinados al olvido, la música de Vangelis, sus frases lapidarias, un montaje excepcional y una historia que permanece a lo largo de los años, de momento 33, y para la que el tiempo juega a su favor. Secuencias y planos, palabras y silencios... Un encuentro de personajes que resultan cercanos, atemporales, filosóficos, eternos... 

Harrison Ford, Sean Young, Daryl Hannah, Rutger Hauer... Atmósfera inolvidable: edificios y calles, lluvia y humo... Evocaciones, tanto, que cada vez gana más y más en el devenir del 'estado de las cosas'. Un film que quizás no fue comprendido en su tiempo, masacrado por la crítica y algún sector del publico, cuando antes, ahora y en el futuro fue, es y será un gran clásico del séptimo arte. En unos tiempos en los que nos llenan de 'autómatas', 'chappies', 'exmachinas'... sin alma ni poesía emocional ni visual, de nuevo "Blade Runner": bienvenido a un pensamiento hecho realidad. También los androides sueñan en neón.